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Europa no es la única manzana podrida

La crisis de la eurozona no va a mejor, sino a peor, a juzgar por los últimos sondeos económicos; el sector industrial se está ralentizando y el sentimiento empeora.Las empresas muestran su preocupación sobre las perspectivas de crecimiento global, mientras que las intervenciones a causa de la crisis de la eurozona, pese a animar a los mercados, no se han traducido aún en beneficios para la economía real. Una mirada a Alemania muestra que no todos los problemas de Europa nacen de la región.Las últimas malas noticias cogieron a los mercados por sorpresa: el índice de gestores de compras (PMI por sus siglas en inglés) de la eurozona elaborado por Markit cayó a 45,8 en octubre frente a 46,1 el mes anterior, lo que indica una contracción cada vez más profunda. Pero es el deterioro en Alemania lo que debería preocupar a los inversores: su PMI bajó de 49,2 a 48,1, mientras que el índice de clima empresarial IFO también descendió.En cierto sentido, esto es un misterio. Pese a que Alemania está implicada en la crisis de la eurozona a través de la política, afronta pocos contratiempos económicos. Las empresas alemanas pueden financiarse a tipos muy reducidos, la tasa de desempleo es baja, los salarios están subiendo, y no hay necesidad de introducir políticas de austeridad en los presupuestos. Se esperaba que el descenso de la demanda de exportaciones alemanas en la eurozona pudiera verse compensado por la demanda del resto del mundo y por el consumo nacional. Pero las empresas alemanas no están dando uso a su dinero: el gasto en inversiones se mantiene un 4% por debajo de su máximo previo a la crisis, según señala Goldman Sachs.Tal vez Alemania se esté viendo golpeada con más dureza de lo previsto por la ralentización del crecimiento de China, su quinto mayor mercado de exportaciones, que también está afectando a las exportaciones a otros mercados emergentes; la encuesta de Markit hacía referencia especialmente a la caída de la demanda asiática. Algunas naciones emergentes han empezado a registrar déficit comerciales –pero por la razón equivocada: por un colapso de las exportaciones, más que por un giro potencialmente positivo a nivel global hacia una mayor demanda de importaciones, apunta Citigroup–. Aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar el reequilibrio global.Por su parte, EEUU encara en su “precipicio fiscal” uno de los legados sin abordar de la crisis financiera. Puede que las políticas monetarias extraordinariamente flexibles y las frecuentes intervenciones de los bancos centrales animen a los mercados financieros, pero no resuelven los problemas estructurales subyacentes, y recuerdan a las empresas la posibilidad de que se produzca una nueva y severa crisis.Los últimos sondeos sirven de recordatorio sobre la incertidumbre de las empresas a cerca del crecimiento tras la crisis. La situación de la eurozona es una causa importante de esa incertidumbre –pero cada vez hay más fuentes que la acompañan–.

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