Acuerdo de libre comercio EEUU-UE

Hacia una OTAN económica

Fue apenas un párrafo en el extenso discurso sobre el estado de la Unión, pero con él Obama daba un giro sustancial en su polí­tica exterior, anunciando la disposición de Washington a firmar un tratado de libre comercio e inversiones con la Unión Europea.

El anuncio hecho por Obama de que en los próximos meses van a dar inicio las negociaciones entre la UE y EEUU con el objetivo de crear una gran “Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión”, es una iniciativa que va mucho más de allá de un simple refuerzo de las relaciones económicas y los intercambios comerciales entre EEUU y Europa. «EEUU mira nuevamente a Europa, pero en realidad su vista está fija en Asia»

Hasta tal punto es así, que la prensa alemana ha empezado a denominar el proyecto como “la OTAN económica”, es decir, un equivalente en el terreno económico-político a lo que en su día fue la OTAN en el terreno político-militar para conjurar la amenaza soviética.

Pero que en este caso iría dirigida a contrarrestar el ascenso de China, presentando un frente unido EEUU-UE con la suficiente fuerza como para tratar de imponer las reglas de juego del orden mundial a China.

La idea de una asociación transatlántica de libre comercio data de los tiempos de Clinton, pero la llegada de Bush y el cambio radical de línea en EEUU que supuso la dejó aparcada.

Tampoco Obama, centrado en su primer mandato en el llamado “regreso” de EEUU a la región de Asia-Pacífico pareció darle demasiada importancia. Y cuando ya casi nadie se acordaba de ella, no sólo Washington la anuncia al mundo, sino que acelera las negociaciones que se iniciarán en un corto plazo, hacia mayo o junio de este mismo año.

¿Por qué este cambio de postura norteamericana? ¿Qué puede suponer la materialización de este proyecto cuyo desarrollo algunos han bautizado como los “Estados Unidos de Occidente”?

A comienzos de 2012, Zbigniew Brzezinski –ex-consejero nacional de seguridad con Carter, promotor de la Trilateral con Rockefeller, asesor “en la sombra” de Barack Obama y uno de los más lúcidos estrategas del imperio– expuso su nueva doctrina para preservar la hegemonía yanqui a la que él mismo definió como del “Occidente expandido”.

En síntesis, lo que Brzezinski propone es que la capacidad de EEUU para contener la emergencia de China es cada vez más limitada, por lo que la superpotencia debe pasar a liderar un amplio frente de alianzas, basado en el reforzamiento de los vínculos transatlánticos, en el que EEUU y Europa dieran cabida a otras potencias mundiales como Rusia o regionales como Turquía. Sólo una alianza de este tipo, según Brzezinski, daría la fortaleza necesaria a Occidente –es decir, al campo imperialista capitaneado por EEUU– para frenar la emergencia de China y contener su ascenso en los límites de continente asiático.

Pues bien, el primer paso de un proyecto así es el que ahora parece haber dado Obama al dar luz verde a las negociaciones que deben concluir en la formación de una especie de “mercado común” con Europa, o que sería e “núcleo duro” del Occidente expandido y del que deberían surgir as iniciativas para atraer a otros centros de poder mundial hacia el sistema global de alianzas yanqui.

Esto, por supuesto, no quiere decir que por importante que sea el acuerdo, si finalmente llega a superar todos los obstáculos que se presentan en el proceso de negociación, ésta sea la única apuesta de EEUU. El siglo XXI ha cambiado el centro estratégico de gravedad del tablero mundial, y en consecuencia EEUU –incluido el Pentágono– está obligado a concentrar su atención en Asia, en particular en el ascenso de China al rango de gran potencia mundial.

En su estrategia global, EEUU quiere bailar con Europa, pero no puede renunciar a sacar a la pista también a Asia. Un doble juego en el que EEUU aspira a mantener una posición central que le permita jugar a dos bandas. Sin duda que el nuevo tratado reforzará los lazos transatlánticos, pero los tiempos en que Europa mantenía una relación privilegiada y casi exclusiva con EEUU se fueron para no volver jamás. Ahora EEUU mira nuevamente a Europa, pero en realidad su vista está fija en Asia.

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