Muerte en el Raval

Brutalidad policial, cuestión de protocolo

Si no fuera por las grabaciones de los vecinos y la respuesta del tejido asociativo del barrio del Raval, la muerte de Juan Andrés Bení­tez podrí­a haber pasado como un episodio de autolesiones de un individuo drogado y peligroso durante una compleja detención en un barrio conflictivo.

La actuación dolosa de los Mossos recogida en las imágenes junto a la culpable actuación posterior para borrar las pruebas apuntan, como afirma la juez del caso, a una «clara y meridiana» responsabilidad de los policías en las lesiones que provocaron la parada cardiorrespiratoria a la víctima. Ante lo que la dirección de la policía catalana no ha tenido otra opción que retirar sus falsedades iniciales.¿A qué dictadura bananera se podría adjudicar el que una de las Mossos implicada subiera personalmente al domicilio de una vecina testigo para que borrara las fotos tomadas con su móvil?«Unos protocolos que promueven los abusos de poder y la impunidad policial» Ni la Generalitat ni la alcaldía de Barcelona han tomado cartas en el asunto hasta que los vecinos denunciaron que el informe policial era falso. La exigencia de justicia y contundencia contra la brutalidad y la impunidad vista en la manifestación vecinal es compartida por todos.Sin embargo, no hay que olvidar tampoco que los Mossos han sido y son usados como simples peones, mamporreros, de los sectores más nacionalistas de la burguesía catalana, nucleados hoy en torno a CiU y ERC. Cumplen órdenes de su correspondiente conseller. No es tanto el que se utilicen como parapeto del espíritu nacional catalán hasta el punto de que criticar su actuación se equipara a atacar a Catalunya, a su policía. Sobre todo, juegan un papel de educación ideológica a la sociedad catalana: hay que acostumbrarse con una cierta dosis de violencia en las prácticas policiales en un momento en que la crisis aumenta la delincuencia y las movilizaciones no permitidas. Hay que acostumbrarse.Valga como ejemplo las manifestaciones del secretario de organización de ERC en la comarca del Penedés -«que alguien me explique como se detiene a un malparido que se resiste, sin utilizar un mínimo de violencia. Buen trabajo»-, de las que tuvo que retractarse inmediatamente (justificándose, eso sí, con que «me duele que reiteradamente se cuestione nuestra policía») pero por las que no ha sido cesado.No se nos olvide la represión contra los estudiantes en 2009, el desalojo del 15-M, la represión contra la pasada Huelga General en la que una pelota de goma acabó con el ojo de Esther Quintana y los mamporros contra los trabajadores de Panrico. No se trata de generalizar si la policía es así o asá, sino aclarar si los protocolos de actuación policial y su cobertura política promueven los abusos de poder y la impunidad justificados en que se trabaja en un barrio conflictivo.Otras vocesEn la comisaría de Ciutat Vella hay 13 agentes imputados, 8 por la muerte de J.A. Benítez, 3 por el caso de agresiones a un periodista (Bertran Cazorla) y otros 2 por otros asuntos. En esta comisaría se practican 9.000 detenciones al año. El portavoz de Amnistía Internacional, Daniel Vilaró, ha asegurado que con «demasiada frecuencia se producen abusos policiales y localizados en el barrio del Raval». Desde la UE se ha pedido reiteradamente a las administraciones españolas que eviten la «impunidad» con la que acaban estos casos.El diputado Carlos Carrizosa (C´s) preguntó: «¿es verdad que la agresión a golpes forma parte del protocolo para reducir a una persona que ya se encuentra inmovilizada en el suelo?» Pep Cabayol, periodista y presidente de la ONG Solidaritat i Comunicació, asegura que “hay suficientes casos de exceso de violencia en los Mossos como para que deba preocupar a la sociedad. El hecho de que Manel Prat haya dicho que nos tenemos que acostumbrar al ejercicio de esa violencia, que avale una actuación que ha acabado con la vida de un ciudadano, me da miedo. Pensábamos que los Mossos podían servir de avance para la imagen de la policía que se tenía de la dictadura, pero se está comprobando que no hay ninguno, por más que en vez de la bandera española lleven las cuatro barras”. Sin más.

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