Se acentuó en 2013

El lento pero continuo declive de la superpotencia

Y sin embargo, a pesar de su evidente declive, la superpotencia hegemonista, EEUU, sigue siendo el enemigo principal y común de los pueblos del mundo. Su poderí­o militar continúa siendo inalcanzable para cualquier otro paí­s o coalición de paí­ses. Su sistema de alianzas polí­ticas a través de las que ejerce la intervención y el control se extienden por todo el globo. Su dominio sobre un sistema monetario internacional con el dólar como núcleo le permiten apropiarse de buena parte de la plusvalí­a mundial.

Pero, con todo, su declive estratégico se ha acentuado de tal modo a lo largo de 2013 que sus síntomas más visibles han pasado a manifestarse con total claridad del terreno económico al político-militar.Las revelaciones del caso Snowden poniendo de manifiesto la política de espionaje, intervención y chantaje de EEUU ha provocado múltiples tensiones y fisuras incluso entre sus mayores aliados. Hasta la propia Merkel se ha visto obligada a reaccionar y Brasil ha respondido con una firmeza tal que ha llevado a la casi congelación de las relaciones diplomáticas.La fracasada apuesta de Obama por una intervención militar en Siria ha puesto de relieve las crecientes dificultades con la que se enfrenta el imperio, tanto en el plano interno como en el externo, para movilizar el consenso necesario para cualquier acción militar exterior.El proyecto de la “primavera árabe”, con el que EEUU buscaba afianzar su dominio en Oriente Medio reconduciendo unos regímenes altamente inestables, se ha atascado y venido abajo en dos puntos claves. Como veníamos anunciando en estas mismas páginas, la “primavera árabe” se ha transformado en un “infierno hegemonista”. En Egipto -corazón político, demográfico e histórico del mundo árabe- se han visto obligados a propiciar un golpe de Estado militar ante el rumbo que tomaba el gobierno de los Hermanos Musulmanes, insuficientemente pro-norteamericano para los intereses de Washington. Han cambiado la inestabilidad del régimen de Mubarak por una inestabilidad todavía mayor: una dictadura militar que está agudizando y antagonizando las explosivas contradicciones de la sociedad egipcia. «La hegemonía norteamericana retrocede de forma lenta pero continua ante el avance de la lucha de los pueblos» En Siria han visto como se detenía la expansión de los cambios de régimen, ante la incapacidad interna de las fuerzas apoyadas por EEUU, la OTAN y las monarquías reaccionarias del Golfo Pérsico de derrocar al régimen de Assad. Y, en el plano externo, por el apoyo decidido de Irán y Rusia (y en un segundo plano China e Irak) al actual statu quo.Mientras tanto, la caída de Gadaffi en Libia ha dejado paso a un caos total en el país, convertido rápidamente en un incontrolable reino de taifas, donde el gobierno sólo es capaz de controlar la capital, Trípoli, y sus alrededores. El acuerdo nuclear con Irán, propiciado por una hábil maniobra diplomática conjunta de Moscú y Teherán inmediatamente después del obligado paso atrás de Obama en Siria, libera momentáneamente al régimen iraní -la mayor amenaza para la hegemonía estadounidense en Oriente Medio- del cerco y la presión al que ha estado sometido por EEUU desde hace más de 30 años, le permite ganar tiempo para recomponerse internamente y reforzar sus áreas de influencia en Oriente Medio (Siria, Irak, Líbano,…), mientras que crea un importante foco de tensión y conflicto entre Washington y dos de sus principales aliados en la zona: Israel y Arabia Saudí. En 2013, EEUU no ha hecho más que incrementar la montaña de deuda que supone ya mas del 600% de su PIB como consecuencia del ingente gasto militar que le exige mantener su hegemonía. Hasta el punto de que se están viendo obligados a frenar las enormes inyecciones de liquidez que desde la caída de Lehman Brothers vienen suministrando a sus bancos y monopolios ante la creación de enormes burbujas en los mercados financieros con el riesgo cada vez mayor de un estallido similar al de 2008. La división en el seno de la clase dominante norteamericana se radicaliza como han puesto de manifiesto las continuas tensiones y disputas en torno al “techo fiscal de deuda”, la división antagónica creada por la implantación del Obamacare o la incapacidad del stablishment de ponerse de acuerdo sobre la acción militar contra Siria.Concentrar fuerzas en AsiaEl proyecto principal del hegemonismo norteamericano -en particular de la línea Obama, iniciado ya por la anterior Secretaria de Estado Hillary Clinton- es el de concentrar fuerzas en Asia, tratando de contener el ascenso político, militar y diplomático de China, limitándolo y encerrándolo en las fronteras del continente asiático. A lo largo de 2013, el desplazamiento del grueso de su fuerza militar a la región de Asia-Pacífico y el reforzamiento de los lazos militares con sus principales aliados en la región (Japón, Corea del Sur, Australia,..); el azuzar las disputas y conflictos territoriales que mantiene Pekín con algunos países vecinos (Japón, Taiwan, Vietnam, Filipinas,…), el intentar explotar las contradicciones internas de China (en particular el Tibet y Xinjiang) o el tratar de crear nuevas asociaciones económicas y comerciales que disputen la supremacía económica que está alcanzando China en la región ha sido las vías a través de las cuales Washington ha ido avanzando en este objetivo.Al mismo tiempo, y paralelamente, los daños causados por el estallido de la crisis exige a la superpotencia aumentar la factura que impone a sus Estados tributarios y aplicar un saqueo sistemático a los Estados vasallos, como el nuestro. Lo que implica un reacomodo de su sistema de alianzas en el que el papel y el peso de Europa ocupa un lugar cada vez más marginal. Y donde, en consecuencia, a las grandes potencias europeas se les reduce el espacio a ocupar y la porción de la tarta a repartir.

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