Pedro Sánchez, elegido secretario general del PSOE

El segundo movimiento

Si primero fue la operación «recambio» en la jefatura del Estado, con la abdicación de Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI, ahora le ha tocado el turno al PSOE, la pata más maltrecha polí­tica y electoralmente del bipartidismo, con el relevo de Rubalcaba por un nuevo secretario general, Pedro Sánchez, hasta ahora un absoluto desconocido para la inmensa mayorí­a de los españoles, incluidos los votantes socialistas.

Pedro Sánchez sale elegido con dos puntos de partida relativamente fuertes. La participación de un 67% de los afiliados al PSOE, es decir, dos de cada tres, y su claro triunfo con una ventaja de 13 puntos sobre el segundo, Eduardo Madina, le dan de entrada una relativa autoridad y estabilidad al frente del partido. El PSOE no se divide en fracciones antagónicas que amenacen con tormentas de ruptura. Y tampoco lleva camino de convertirse en el PASOK de la orilla occidental del Mediterráneo, el partido socialista griego que ha pasado en tres años de tener el 45% de los votos a quedar reducido a una fuerza marginal que no llega ni al 10% de los votos. Con la elección de Pedro Sánchez se mantienen abiertas las puertas a la gran coalición PP-PSOE, si los resultados de las próximas generales así lo exigen y a la negociación en otoño de algún tipo de cambio en el sistema de elección de los alcaldes, a fin de evitar sonadas debacles del tándem bipartidista. Y se descarta cualquier tipo de fractura en el bloque constitucional, ni en lo referente a la monarquía ni en que el Partido Socialista adopte ninguna iniciativa sobre Cataluña que previamente no haya sido pactada. «Desde el 25-M, los movimientos de las fuerzas del régimen tendentes a reorganizar sus filas, tomar la iniciativa y recomponer el quebrantado modelo bipartidista se aceleran» En este sentido, puede afirmarse que ha salido bien, al menos en esta primera etapa, la jugada política diseñada por los “poderes fácticos” del PSOE, con el respaldo implícito del resto de fuerzas partidarias de consolidar o restituir el bipartidismo con nuevas caras y maneras. Los hasta ahora hundidos afiliados socialistas se movilizan, el PSOE ofrece a la sociedad una imagen de transparencia y democracia y se renueva con un liderazgo joven dotado de una cierta estabilidad interna. Rápido, efectivo y limpio. Algo ha cambiado para que todo siga igual.A partir de aquí, sin embargo, son más las dudas e incógnitas que se abren que las certidumbres que se confirman. En primer lugar por el mismo perfil ideológico y político del nuevo secretario general. Más allá de vaporosas declaraciones como la de que su ejecutiva estará “tan a la izquierda como los militantes”, nadie es capaz de describir a ciencia cierta en qué consiste el programa político con el que pretende recuperar la confianza de los casi 8 millones de votantes perdidos por el PSOE desde el 2008. Algo que es misión imposible sólo con la presencia de caras nuevas, algo más de transparencia y una simple renovación en las formas. Y Pedro Sánchez, a pesar de ser un perfecto desconocido hasta ahora, ha hecho toda su carrera en el segundo o tercer escalafón del aparato del PSOE. Como concejal del ayuntamiento de Madrid participó durante 5 años en la Asamblea General de Caja Madrid que aprobó todas las cuentas de Blesa, incluida la estafa de las preferentes. Y como diputado raso en el Congreso votó a favor de la reforma del artículo 135 de la Constitución negociado en secreto entre Zapatero y Rajoy, por orden de Merkel, para que los banqueros alemanes cobren antes sus préstamos que los jubilados españoles sus pensiones. Que nadie espere de él grandes sorpresas.Si es que Pedro Sánchez finalmente es el candidato socialista a la presidencia del gobierno en 2015. Hipótesis incierta dado el alto grado de dependencia que ha adquirido con la poderosa federación andaluza y la emergente figura de su presidenta Susana Díaz. De hecho, el 80% de los votos con que Sánchez ha derrotado a Madina provienen de Andalucía. Y el mismo día de la elección, el periódico El Mundo revelaba en primera plana cómo el propio rey Juan Carlos, los días previos a sus abdicación, había pedido en persona a Díaz que se pusiera al frente del PSOE. Todavía está por verse si Pedro Sánchez resulta algo más que un personaje de “transición”, encargado de gestionar decentemente el deteriorado patrimonio socialista -o cargar sobre sus hombros un nuevo batacazo electoral- a la espera de que llegue “la autoridad competente”, el personaje encargado de dirigir el PSOE en esta nueva etapa. La posibilidad de un adelanto electoral en Andalucía y la presentación de Susana Díaz como candidata en las primarias del PSOE es un escenario que no está en absoluto descartado. Desde el 25-M, los distintos movimientos de las fuerzas del régimen tendentes a reorganizar sus filas, tomar la iniciativa y tratar de recomponer el quebrantado modelo bipartidista se aceleran. La renovación y el cambio de liderazgo en el PSOE es el segundo gran movimiento en esta dirección. Veremos hasta qué punto son capaces con ello de contener o extraviar el poderoso viento popular de cambio expresado el 25-M. Todo va a depender de si nosotros, el pueblo, somos capaces de levantar frente a sus iniciativas un Frente Amplio de Unidad capaz de unir al 90% de la población en torno a un programa de redistribución de la riqueza, ampliación de la democracia y defensa de la soberanía nacional.

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