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EEUU no colaborará con los kurdos que defienden Sinyar porque «son terroristas»

El acuerdo de la Unión Europea para suministrar a las fuerzas kurdas armamento adecuado para hacer frente a los yihadistas se ha encontrado con el primer escollo antes de ponerse en práctica. Entre estas fuerzas que luchan contra el Estado Islámico se encuentran, y de forma muy destacada, distintos grupos vinculados al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), movimiento que está incluido en las listas de organizaciones terroristas tanto de la UE como de Estados Unidos.

El PKK está jugando un papel clave en la defensa de los montes Sinyar, donde se ha generado la actual crisis humanitaria y la consiguiente reacción internacional, pero también tiene una participación destacada en el frente de Makhmur, desde el que los yihadistas intentan aproximarse a la ciudad de Arbil, capital y sede del Gobierno Regional del Kurdistán.

Además, unidades dependientes del PKK están reforzando a los peshmergas en la defensa de Kirkuk y Jalawla, habiendo sido requeridos igualmente para proteger de posibles ataques yihadistas el valle de Lalesh, al sur de la ciudad de Dahok, donde se encuentra el principal santuario de los yezidis.

El problema ha surgido, según relatan tanto la agencia Rudaw como fuentes del PKK, precisamente en los montes Sinyar. Fue en estos montes donde se congregaron decenas de miles de refugiados yezidis y turcómanos huyendo del avance yihadista. La incapacidad de los peshmergas del PDK para defenderles obligó a las Unidades de Defensa Popular (YPG) a penetrar dentro de territorio iraquí procedentes de Siria para abrir un corredor de seguridad y repeler posibles ataques de los islamistas.

El resultado es que toda esta zona ha quedado ahora bajo control de las YPG sirias y, por lo tanto, del PKK, que difícilmente abandonará ya estas posiciones. Siendo responsables de la seguridad de los yezidis sobre el terreno, los responsables del PKK exigen, lógicamente, que cualquier operación internacional, humanitaria o militar, se realice en coordinación con los mandos de esta guerrilla.

Tal circunstancia, según las citadas fuentes, ha provocado un contacto entre estos mandos del PKK y los militares norteamericanos enviados a la zona para organizar la intervención internacional, quienes habrían informado a los responsables locales que no pueden establecer tal coordinación debido a que el PKK está calificada oficialmente como una organización terrorista.

El incidente cobra mayor importancia si se tiene en cuenta que el PKK se ha convertido en la fuerza hegemónica en las regiones kurdas de Siria y se ha consolidado en Turquía como una fuerza política con millones de votos, que gestiona cientos de pueblos y ciudades y cuyo candidato en las recientes elecciones presidenciales logró casi el 10 por ciento de todas las papeletas emitidas en este país.

Precisamente la crisis de Sinyar coincide con el 30 aniversario de su lucha armada, aglutinando en torno suyo no solo a kurdos sino también a otras minorías que, como los yezidis o alevis, se oponen al proyecto islamista de Tayip Erdogán. Desde entonces y pese al uso de todos los medios para acabar con esa insurrección armada, incluida la limpieza étnica durante los años 90, el PKK no ha dejado de aumentar su apoyo popular, tal y como los demuestran las últimas elecciones.

Hay también que recordar que las YPG, con la explíciga ayuda del PKK, llevan combatiendo contra el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) desde hace más de un año en distintos frentes al norte de Siria sin ningún apoyo internacional. Este hecho, así como la inmediata disposición para acudir en auxilio de los kurdos de Irak, ha hecho aumentar considerablemente el prestigio del PKK no solo entre los kurdos de Siria sino también entre los de Irak, registrándose manifestaciones de apoyo popular en las ciudades de Kirkuk, Suleimaniya y de forma más intensa entre los yezidis de Sinyar, muchos de cuyos jóvenes se han unido a sus filas al mismo tiempo que acusan a los peshmergas del PDK de haberles abandonado.

En realidad, el incidente de Sinyar pone en evidencia la política de alianzas seguida en la crisis sirio-iraquí por Estados Unidos y la Unión Europea. Desde el principio han optado por apoyar en ambos países a los grupos islamistas, fueran moderados o radicales, abandonando a su suerte a sectores, como los kurdos, los cristianos, los yezidis y otras destacadas minorías, más partidarias de un sistema democrático homologable con los occidentales.

El resultado de tal estrategia, muy similar a la que se llevó a cabo en Afganistán, ha sido el surgimiento de una amenaza internacional incluso más peligrosa que la de los talibanes, ya que afecta directamente a la región mediterránea y amenaza con el exterminio de aquellas fuerzas o sectores potencialmente aliados de Occidente.

Esta es la razón por la que ha surgido una iniciativa, en forma de carta dirigida al presidente Obama, para que Estados Unidos, y por extensión la Unión Europea, retire al PKK de la lista negra de grupos terroristas y reconozca el importante papel que sus organizaciones están jugando para la instauración en todo Oriente Medio de un sistema político basado en el respeto a la diversidad religiosa y cultural.

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