Las medidas del BCE

Draghi dispara con balas de fogueo

Ese dí­a, Mario Draghi, a pesar de las reticencias del Bundesbank alemán y sus aliados del norte de Europa, recortó la tasa de interés clave al 0,05%, duplicó hasta el 0,20% los intereses que los bancos deben pagar por mantener a refugio su dinero en el BCE y anunció un programa de compra de valores, a comenzar en octubre, con el objetivo declarado de comprar bonos de titulización y cédulas hipotecarias a los bancos europeos con más inyecciones de dinero que saldrá de darle nuevamente vueltas a la manivela de imprimir euros.

¿Por qué ha tomado el BCE estas medidas y qué consecuencias pueden tener para la economía europea?«Romper los lazos de dependencia y vasallaje con Washington es la única alternativa para la salvación y el crecimiento de Europa» En primer lugar, los datos macroeconómicos conocidos este verano han determinado al BCE a rebajar sus previsiones de crecimiento. Su nueva estimación apunta a un alza del PIB este año en la zona euro del 0,9%. Dentro de esta ralentización, los países centrales de la UE empiezan a sufrir sus efectos de forma directa: el segundo trimestre de 2014 ya dejó un balance de contracción económica en Alemania, el estancamiento en Francia y una nueva recaída en la recesión de Italia. En segundo lugar, la atonía de los mercados internos -fruto de las políticas de austeridad, recortes y rebajas salariales- está llevando a los precios a coquetear con la deflación. Cae la demanda interna en la mayoría de los países y los precios se hunden, como en el caso de España hasta el -0,5%.A ello hay que sumarle, además, las consecuencias de la guerra comercial desatada tras el conflicto geopolítico con Rusia por Ucrania, cuyos negativos efectos sobre la economía europea empezarán a dejarse sentir con mayor intensidad en la segunda mitad de este año.Sin embargo, ninguna de las medidas del BCE, por sí mismas, van a revertir esta situación. La razón de ello está en que ninguna política monetaria, por más audaz o creativa que sea, puede contrarrestar los efectos de la aplicación del proyecto de intervención y saqueo que Washington y Berlín están aplicando sobre Europa.Gran parte de la opinión publicada achaca a Merkel y su inflexible política de austeridad el estancamiento -y ya veremos si la entrada en una tercera recesión- que sufre Europa. Su nefasta gestión de la crisis, se dice, la ha convertido en la principal responsable de la segunda recesión vivida en 2012 y del estancamiento actual. Se acusa a Merkel que, en su papel de defensora de la banca acreedora alemana, haya forzado a aplicar todo el ajuste en los deudores, los países del Sur, haciéndoselo pagar a los contribuyentes con el desastroso resultado de que ahora esos países tienen un porcentaje de deuda pública mayor que en 2007. Con su veto a cualquier política fiscal expansiva y la imposición a los deudores de medidas brutales encaminadas a garantizar el cobro a los acreedores, la canciller alemana ha extendido por toda Europa el paro, el empobrecimiento de las clases populares, el estancamiento económico y un enorme aumento de las desigualdades.Todo lo cual resulta cierto, pero es sólo una parte de la verdad. La otra parte, la que permanece oculta, es que si esto ha sido posible es porque Merkel ha estado actuando durante todo este tiempo como virrey y con el beneplácito de Washington. Es la dependencia político-militar y económica de Europa la que ha permitido, y forzado, que en unos momentos de crisis y declive sin precedentes de su sistema imperial, EEUU haya decretado un edicto -el proyecto de intervención y saqueo- que obliga a los Estados tributarios y vasallos de Europa a aumentar enormemente los tributos que han de pagar para el mantenimiento del vasto aparato político-militar que asegura -de forma cada vez más renqueante- su hegemonía mundial.Romper esos lazos de dependencia y vasallaje, zafarse de las imposiciones de Washington y su virrey alemán -y no ninguna medida técnica o monetaria del BCE- es la única alternativa para la salvación y el crecimiento de Europa.

Un grito de advertencia del Banco Central Europeo

(…) El jueves, el presidente del banco central, Mario Draghi, tomó nuevas medidas para hacer frente a los problemas económicos (…) El objetivo no declarado es debilitar el euro en los mercados internacionales de divisas para que Europa pueda vender más exportaciones, especialmente las de las naciones que luchan por salir de la crisis, como España e Italia. Draghi estaba reaccionando a una erupción de datos económicos graves que demuestran que Europa se desliza peligrosamente cerca de la deflación.

Agresivo como lo fue, en comparación con las acciones del BCE del pasado, la nueva política del Sr. Draghi se mantiene muy lejos de la flexibilización cuantitativa no convencional que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra emplearon para reavivar el crecimiento. Los únicos bonos que el BCE comprará por ahora serán títulos de alta calidad respaldados por bienes raíces y préstamos corporativos – no deuda pública, como ha hecho la Reserva Federal. Eso sería un anatema para Alemania, cuya riqueza nacional está en retroceso, y cuyo representante en el banco central habría objetado incluso la más limitada expansión del balance del Sr. Draghi. Alemania sigue estando profundamente comprometida con una solución basada en la disciplina presupuestaria y las reformas estructurales en los países muy endeudados.

Draghi favorece las reformas estructurales, también, pero sus temores acerca de la falta de progreso en la política actual parecen estar creciendo. «La recuperación ha ido perdiendo impulso», dijo el jueves que es lo más parecido a que un banco central diga que «estamos en un gran problema». En ese sentido, sus últimos movimientos pueden verse menos como cambios en las políticas tangibles y más como un grito de ayuda – una advertencia tanto para los gobiernos deudores y sus acreedores alemanes (…)

THE WASHINGTON POST. 4-9-2014

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