SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Los planes del PSOE

La actuación de Pedro Sánchez ha generado considerables expectativas por lo que implica de cambio generacional y de lenguaje más cercano a una sociedad que había perdido confianza en ese partido. Aunque tres meses en la secretaría general del PSOE es un periodo excesivamente corto para cambiar el software socialista, es probable que la voz de Sánchez haya logrado un poco más de margen entre la ciudadanía. Pero tiene pendiente la clarificación de sus planes políticos, a sabiendas de que la indignación y la inquietud por la sensación de fragilidad económica e institucional dejan poco margen de espera, en vísperas de un año electoral.

Sánchez no lo tiene fácil porque necesita, a la vez, darse a conocer a sí mismo, potenciar a un equipo y concretar un proyecto. Se mostró pugnaz en su primer debate parlamentario en serio, el de los Presupuestos para 2015, que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, pretendió solventar con el inclemente recurso de menospreciar al oponente e incluso de acusarle de no haber controlado Caja Madrid (por el simple hecho de haber formado parte de la Asamblea de la entidad, obviando las mucho más concretas responsabilidades de personas del PP). Lo cual no exime a Sánchez de explicar sus propuestas de pacto contra la pobreza o de reindustrialización de España, así como la alternativa a sus críticas frontales a las reformas fiscal y laboral del Ejecutivo.

El contexto europeo no ayuda mucho al PSOE. En general, la socialdemocracia vive en un estado de dudas y divisiones en los países más afectados por la crisis económica. En España, el desgaste del Gobierno ofrece indicios susceptibles de facilitar el paso a una alternativa, y el PSOE es un partido que no rehúye las responsabilidades de gobierno. El problema consiste en recuperar el pacto con las clases medias y trabajadoras que en otros tiempos fueron su electorado natural, definiendo mejor cuáles son las razones por las que los votantes perdidos pueden confiar de nuevo en este partido.

Una de las tareas que Sánchez debería plantearse con urgencia es la de afinar sus mensajes, que han incurrido en errores tales como sugerir la desaparición del Ministerio de Defensa o la organización de funerales de Estado para las víctimas de la violencia de género. Los asuntos complejos no pueden explicarse bien con tuiteos o frases que parecen eslóganes, y el dirigente socialista usa estas fórmulas en exceso.

Queda poco más de un año hasta las elecciones generales, aunque no es imposible que los acontecimientos se precipiten, entre otras razones por la incógnita catalana. El compromiso a fecha fija es el de las elecciones municipales y autonómicas: un buen resultado del PSOE es que este partido se sitúe claramente como la primera opción de centro-izquierda, un espacio muy disputado por movimientos asambleístas frente a fuerzas políticas que, como la socialista, defienden la democracia representativa.

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