9-N en Cataluña

Los lí­mites del independentismo catalán

Sin embargo, aunque limitada, la movilización de 2,2 millones de personas acudiendo a los locales a depositar su papeleta de voto ha sido muy importante. Y pone de manifiesto cómo en estos momentos las fuerzas independentistas llevan la iniciativa y están a la ofensiva. Ofensiva que, no obstante, no debe empañar la realidad.

Lo primero para entender lo ocurrido en Cataluña el 9-N es mirar con atención los números, sin dejarse llevar por propagandas de parte ni valoraciones interesadas. Movilización importante, sí, pero limitadaLa afluencia de gente a la consulta se corresponde aproximadamente con los votantes de las fuerzas pro-consulta en las últimas autonómicas de 2012. 2,14 millones de votantes tuvieron entonces CiU, ERC, ICV, las CUP y SI. 2,22 millones de catalanes han acudido el 9-N a depositar su papeleta.No han conseguido, por tanto, movilizar a grandes sectores más allá de sus propios votantes. Es una movilización importante, sí, pero limitada. «El 9-N ha vuelto a poner de manifiesto que, como mucho, sólo 1 de cada 3 catalanes está por la separación» Importante tanto por el volumen de gente movilizada, como porque demuestra, y es la quinta vez en 4 años, que tienen a unas bases de apoyo muy encuadradas y a un amplio sector de cuadros y activistas enormemente radicalizados. Limitada porque casi 2 de cada 3 catalanes llamados a participar, no lo han hecho. Y dadas las condiciones en que se ha planteado la batalla política, podemos afirmar con seguridad que prácticamente todos los votos independentistas sí se han movilizado en la jornada de ayer. Al “éxito total” del que habla un satisfecho Mas o a la grandilocuente “expresión de la voluntad de Cataluña” de la que hablan ERC o la Assemblea Nacional de Catalunya hay que oponerle la realidad objetiva de los números. La inmensa mayoría del pueblo catalán no ha seguido sus consignas, no ha participado en su “jornada participativa”. Esa es la realidad. No hay que dejar que ganen en la propaganda lo que no han ganado en las calle ni en las urnas de cartón. El independentismo no supera la barrera del tercioLos votos favorables a la independencia se corresponden casi exactamente con los votantes de las fuerzas que en las autonómicas de 2012 se presentaban con un programa soberanista. En ellas, la suma de CiU, ERC, SI y las CUP arrojó un total de 1,78 millones de votos. El 9-N, los votos por el Sí+Sí han sumado 1,79 millones de papeletas.Incluso en las condiciones de máxima movilización, radicalización y enfrentamiento con “Madrid” y la “derecha centralista”, con el giro de Convergencia y la utilización de todos los medios institucionales de la Generalitat, el apoyo a la independencia tiene un tope que no consigue superar, un límite situado en torno al 30% de los electores. La consulta participativa ha vuelto a poner de manifiesto que, como mucho, sólo 1 de cada 3 catalanes está por la separación. Una vez más ha quedado ratificado que en Cataluña existe una amplia mayoría social progresista que no está ni por la España de Rajoy ni por la Cataluña de Mas. Y que está esperando que aparezca otro camino, otra línea, otro futuro. Un camino que pasa necesariamente por la unidad con el pueblo trabajador del resto de nacionalidades y regiones para conquistar una España y una Cataluña muy distintas a las que nos ofrecen Mas y Rajoy. Donde se redistribuya la riqueza poniéndola al servicio de las personas y no de los bancos; una Cataluña y una España democrática donde los ciudadanos disfrutemos de una amplia capacidad de decisión sobre todos aquellos asuntos en los que están en juego nuestros intereses; una España y una Cataluña con la necesaria soberanía para no acatar ciegamente los dictados que nos vienen de Washington y Berlín. Una mayoría que, sin embargo, ha vuelto a demostrarse otra vez este 9-N, no está estructurada, carece de referentes y liderazgos políticos y sólo se manifiesta en forma de un rechazo obstinado, pero pasivo, a seguir las consignas y el rumbo marcado por el independentismo. «Desde Washington se reclama con insistencia a Rajoy que negocie con Artur Mas» Lo que permite no sólo el avance, aunque sea limitado, de las fuerzas que están por la separación, sino que éstas puedan presentarse como la auténtica expresión de la “voluntad de Cataluña”.

Hace apenas 6 años, el independentismo no reunía a más del 12-15% de la sociedad catalana. Hoy han duplicado su fuerza, están a la ofensiva y mantienen la iniciativa. En nombre de un derecho, el derecho a decidir que todas las fuerzas democráticas compartimos junto al 80% del pueblo catalán, los Artur Mas y compañía están identificándolo con la independencia de Cataluña. Hay que frenar esta deriva -que en su desarrollo es cada vez más peligrosa para la unidad del pueblo trabajador de Cataluña y el resto de España- haciendo aflorar, activar y dar forma y alternativa política a la mayoría social progresista contraria a la independencia. Esta es la tarea más importante del momento en Cataluña. Beneficioso para Mas, perjudicial para ERCVistos de conjunto, los resultados del 9-N han sido beneficiosos para Artur Mas en el frente interno catalán. Pero presentan un doble aspecto contradictorio, de fuerza y debilidad, respecto a su desafío al Estado. En el frente catalán ha cumplido, de alguna manera, su compromiso de realizar una consulta, se ha puesto al frente de ella, ha conseguido mantener la unidad en torno a su persona del bloque proconsulta, se ha enfrentado con el gobierno central y ha desafiado y sorteado en los hechos la ilegalización del Tribunal Constitucional. Todo ello seguramente le va a proporcionar un buen caudal de votos en la pugna que mantiene con ERC por la hegemonía del voto soberanista. La idea de una refundación de Convergencia con un marcado carácter presidencialista tras la figura de Mas gana enteros. «La división en el seno de las fuerzas pro-consulta ha quedado puesta de manifiesto el 9-N» Su mensaje la noche del 9-N, cuando aún no se habían hechos públicos los resultados, fue claro: “éxito total” de la movilización que da fuerza para negociar con el gobierno central un referéndum legal y con todas las garantías democráticas. Sin embargo, aunque la movilización de más de dos millones de catalanes son una baza fuerte con la que jugar en las negociaciones con el gobierno central, al mismo tiempo marcan un límite en la capacidad de movilización del independentismo, una debilidad de la que tanto Mas como Rajoy son ahora conscientes.Por el contrario, para ERC, su apuesta por unas elecciones plebiscitarias anticipadas y la inmediata declaración unilateral de independencia por un parlamento de mayoría independentista sale muy debilitada, en la medida que se ha puesto de manifiesto que los 1,8 millones de votos por el Sí-Sí representan, como dice la misma prensa catalana, “un posible techo del voto independentista en Catalunya”. Y 1,8 millones es un 33% del censo de 5,3 millones de catalanes mayores de 18 años. Declarar unilateralmente la independencia cuando tienes a 2/3 de la población que no consigues que se sumen a ella sería un acto de aventurerismo tal que tiene un corto recorrido. Tras el 9-N, ERC tendrá que replantearse su estrategia política actual.

El bloque pro-consulta queda en el aire

La división en el seno de las fuerzas pro-consulta ha quedado puesta de manifiesto el 9-N. En Unió Democràtica, mientras Durán Lleida ha votado por el Sí-No, la vicepresidenta de su partido ha votado por el Sí-Si. Algo similar a lo que ha ocurrido en Iniciativa per Catalunya, donde Joan Herrera mostró su papeleta con el Sí-No, mientras que la co-presidenta del partido votó por el Sí-Si. Ante el bloque pro-consulta se abre una nueva encrucijada: si mantiene la línea de centrarse exclusivamente en exigir y negociar un referéndum legal, como ha sugerido Mas, podrá mantener la unidad con UDC e ICV. Pero por contra creará tensión y conflicto con ERC y las CUP, cuya estrategia consiste en dar pasos efectivos hacia la independencia desde ya mismo. Rajoy se enfrenta a múltiples presiones de distinto tipoLos resultados del 9-N han creado las condiciones en las que se ha abierto una oportunidad para abrir una negociación del gobierno central con Artur Mas sobre una serie de cuestiones inmediatas (competencias, financiación, política lingüística,…más el compromiso de una reforma constitucional en 2016) que permitan recomponer la situación, o al menos aliviar las tensiones, con una parte relevante de las fuerzas políticas y el electorado catalán. De hecho esto es lo que se le viene reclamando a Rajoy con insistencia desde Washington, tanto a través de los grandes medios de comunicación como de importantes poderes financieros. La apuesta del hegemonismo norteamericano parece ser en estos momentos la de cerrar, aunque sea momentáneamente, el conflicto de Cataluña mediante la negociación para no desestabilizar una ya más que compleja situación política en España, donde están abordando un cambio de modelo político y una profunda remodelación del régimen político surgido de la Transición que les permita seguir aplicando su proyecto de intervención y saqueo. Sin embargo, coger este camino puede suponer para el PP de Rajoy tanto una revuelta interna por parte de los sectores más reaccionarios como de los barones territoriales, así como una posible sangría de votos hacia UPyD y Ciudadanos o a alguna otra formación que pudiera surgir a su derecha, similar al fracasado intento de Vox. Y esto, en unos momentos en que hemos entrado ya de hecho en una especie de larga pre-campaña electoral y con todas las encuestas detectando un desplome de alrededor de 20 puntos para el PP, puede ser enormemente complejo de gestionar políticamente.

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