Artur Mas propone su "hoja de ruta" hacia la independencia

Olví­dese usted de los recortes… y confí­e en la independencia

Artur Mas intenta aprovechar el capital polí­tico cosechado el 9-N, e incrementado con la torpe querella de la fiscalí­a, que le permite presentarse como «una ví­ctima» que se enfrenta a la intransigencia del Estado. Y ha presentado, a bombo y platillo, su «hoja de ruta» hacia la independencia. Que consiste en que los catalanes «aparquemos por un tiempo nuestras ideologí­as» para defender «los intereses del paí­s». Traducido a un lenguaje sencillo, que nos olvidemos de luchar contra los recortes o la corrupción… y pasemos a apoyar una lista única independentista apadrinada por Artur Mas, presidente del gobierno más antisocial y más corrupto de la historia democrática de Cataluña

La conferencia de Artur Mas estaba cuidadosamente estudiada. Con una puesta en escena más propia de las campañas yanquis y dirigida a ensalzar, hasta límites insospechados, la figura política de Artur Mas, presentado como el nuevo “salvador de la patria” al que todos deben rendir pleitesía.

Desde lo alto de este prefabricado pedestal, Artur Mas puso fecha a la proclamación de la independencia -finales de 2016- y explicó cómo debe hacerse.

Convirtiendo unas elecciones autonómicas normales en unos excepcionales comicios plebiscitarios. A través de una lista única que alcance la mayoría absoluta, y que plantee como único punto de su programa la independencia. «Artur Mas es la parte fundamental del problema, la cabeza del gobierno más antisocial y corrupto de la historia democrática de Cataluña»

Todos los demás problemas deben ser aparcados, en aras de los “intereses supremos” de la patria. ¿Que en Cataluña se ha incrementado la tasa de paro desde el 6% hasta el 20% en los últimos años? Eso no es importante, lo fundamental es conquistar la independencia.

¿Que Cataluña es la comunidad donde más están aumentando la pobreza y las desigualdades sociales? Eso son cuestiones menores, en comparación con el “luminoso horizonte” que nos ofrece la independencia. Artur Mas se permitió afirmar en su conferencia que “es el momento de aparcar las ideologías de cada uno”, haciendo “un sacrificio por el país”.

Ya no hay dos Cataluñas, la de la gran burguesía catalana, que vive de explotar y sojuzgar al resto de la población, y la de la Cataluña obrera y popular, condenada al paro, a la pobreza o a la precariedad.

Por arte de la magia de la propaganda, Artur Mas ya no aparece -como ocurría hace dos años- como la cabeza del gobierno que más recortes ha ejecutado en la historia de Cataluña, ni como líder del partido más corrupto -Convergencia Democrática de Catalunya- cuya sede central está embargada judicialmente por haberse lucrado del saqueo de los fondos del Palau de la Música.

Ahora Artur Mas aparece ungido como el nuevo y mesiánico líder que va a sacar a Cataluña del colapso. Las condiciones impuestas a esa “lísta única” blindan la autoridad de Artur Mas. A pesar de abrirse a “representantes de la sociedad civil”, o contar con representantes de otros partidos, todos saben que, se presente como cabeza o en el último lugar de la lista, será Artur Mas quien decida.

Veremos si esta “lista única” de Artur Mas acaba cristalizando. ERC ya ha declarado que no contempla entrar en una lista única que la colocaría en una situación subordinada respecto a Artur Mas. La CUP, representantes de la izquierda independentista, ya ha dejado claro que no participará en una lista única con CDC o Artur Mas, representantes de la derecha catalana más rancia. Y también IC, a través de su líder Joan Herrera, se ha negado a entrar en el juego de Artur Mas.

Los sectores encabezados por Artur Mas van a utilizar todos los medios que dispongan -como los medios de comunicación públicos, o el seguidismo de “organizaciones de la sociedad civil” hipersubvencionadas como la ANC y Omninum Cultural- para presionar al resto de partidos y forzarles a “pasar por el aro”.

Pero la realidad de la sociedad catalana es muy distinta de la que presenta Artur Mas. En el 9-N quedó claro que solo un tercio de los catalanes apuestan radicalmente por la independencia. Y que donde más re rechaza la secesión es en las ciudades, comarcas o barrios con mayor presencia de clase obrera y pueblo trabajador. Justamente donde más se sufren los recortes y las consecuencias de la política antipopular de los gobiernos de Artur Mas.

La tarea decisiva es la de organizar a esa mayoría de catalanes -esa Cataluña popular, obrera y de izquierdas- que no se traga el señuelo de la independencia, y que defiende la unidad con el resto del pueblo trabajador español para defender nuestros intereses comunes.

La irrupción del manifiesto “Por la unidad del pueblo trabajador. Decidamos: No a la independencia” fue un paso adelante en este camino. Debemos empeñarnos en persistir en él. Es mucho lo que nos jugamos. Colocando en primer plano la lucha contra los recortes, que ejecutan tanto Rajoy como Artur Mas. Reivindicando la soberanía respecto al FMI o a la UE de Merkel, clave para que los catalanes podamos decidir de verdad.

Y fortaleciendo la unidad con el resto del pueblo trabajador español en torno a estos objetivos comunes. Artur Mas y su camarilla representan a una minoría de catalanes, pero están muy organizados y tienen muy claro lo que quieren.

Nosotros, el pueblo trabajador catalán, debemos estar mucho más organizados que ellos, y debemos tener mucho más claro lo que queremos.

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