Pese al acuerdo de última hora entre las fuerzas políticas mayoritarias de Suecia que ha conseguido, al menos de momento, alejar el fantasma de unas elecciones anticipadas, el continente europeo está sumido ya en un ambiente preelectoral con un futuro lleno de incertidumbres. La crisis económica que se ha instalado durante los últimos ocho años, con incidencia especial en Europa, se ha visto acompañada de una crisis de valores impensable hasta fechas recientes.
Tras conocerse los innumerables casos de corrupción política, se ha erosionado la confianza de los ciudadanos en los políticos tradicionales de los grupos mayoritarios que han gobernado, tanto en el ámbito nacional, como en el autonómico desde que se aprobara la Constitución.
Consecuencia de la crisis se han visto recortados los derechos económico-sociales, han desaparecido algunas garantías laborales con aumento de las incertidumbres y la precariedad laboral.
Como analiza minuciosamente Antonio García-Santesmases en su libro ‘Ética, Política y Utopía’, la política requerida por la ética para hacerse cargo de las necesidades del conjunto de la humanidad se ve colonizada por el poder económico pese a la necesidad de dar primacía a la política frente al mercado y a la democracia frente al capitalismo. Pero curiosamente sufrimos la paradoja de que cuando más necesaria es la política es cuando menos está legitimada.
Esto es lo que explica el surgimiento de nuevos actores que pueden acabar con la hegemonía de los protagonistas tradicionales desde la restauración de la Democracia. Dada la gestión que van a tener que asumir, será muy importante que en los próximos meses vayan dando a conocer el detalle de los programas que aplicarían en caso de que recibieran la confianza de la ciudadanía.
Muestra de que los cuarteles generales de los partidos mayoritarios dan verosimilitud a las encuestas de los más diversos medios es el cambio de actitud de los partidos. La más evidente es el ofrecimiento del Partido Popular de alcanzar acuerdos postelectorales para garantizar la gobernabilidad de España, según lo que ha expresado el presidente del Gobierno.
No es España el único país donde se puede producir un vuelco electoral. La primera prueba se va a producir en Grecia el próximo día 25. Pero también deben celebrarse elecciones en Dinamarca, Estonia, Finlandia, Reino Unido, Polonia y Portugal.
Junto con Grecia, podría haber un antes y un después de las elecciones en Reino Unido y España. David Cameron ha prometido, si gana las elecciones, un referéndum sobre la permanencia de su país en la Unión Europea para el año 2017. Para antes se habrá despejado la incógnita de la confianza que otorgan los ciudadanos del Reino Unido al partido de la derecha Ukip, cuyo leitmotiv principal es el abandono del Reino Unido de la Unión.
En España las elecciones autonómicas y locales de mayo pueden ser un anticipo de lo que suceda en las generales para las que todavía no hay una fecha concreta, pero que podrían celebrarse en el mes de octubre con el fin de que la campaña no coincida con la apertura del juicio oral por el caso de la Gurtel donde están implicados una importante pléyade de exdirigentes del Partido Popular.