Venezuela

¿Libertad para los golpistas?

La detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, ha levantado una auténtica oleada de escándalo en los medios de comunicación españoles. Acusado por la fiscalí­a venezolana de estar ví­nculado con una trama conspiratoria cuyo fin era derrocar al Gobierno de Maduro, Ledezma apoyó el golpe de Estado contra Chávez en 2002 y estuvo tras la operación desestabilizadora de «La Salida» que concluyó con la muerte de más 40 venezolanos. L

a detención de Ledezma no es más que la consecuencia lógica de las investigaciones llevadas a cabo por la policía y la justicia venezolana tras descubrir un intento de golpe de Estado a mediados del pasado mes de febrero.Los días 11 y 12 de febrero, las Fuerzas Armadas venezolanas detenían a varios oficiales de la Aviación Bolivariana, la rama militar de un plan para disolver las instituciones y formar un gobierno de orientación pronorteamericano.«¿Tienen acaso los alcaldes algún tipo de privilegio sobre cualquier otro golpista para no ser detenidos?» Entre los implicados, tres generales y cuatro tenientes, pilotos e instructores de vuelo encargados de llevar a cabo una operación que consistía en el bombardeo del Palacio de Miraflores y de Telesur, entre otros blancos ubicados en el centro y en el este de Caracas. Según declaraciones de los propios detenidos, EEUU no sólo les concedió asesoramiento y visas en tiempo récord a principios de febrero, sino que funcionarios de la Embajada norteamericana tuvieron activa participación en varias de las reuniones donde se elaboró el plan.La “rama política” del golpe estaba, según estas confesiones, liderada por los sectores de la derecha más radical que impulsó el fallido intento de “La Salida” en 2014. Los militares declararon que, según sus informaciones, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, el encarcelado Leopoldo López y la autoexiliada María Corina Machado iban a liderar el “gobierno de transición” tras el derrocamiento de Maduro.En su alocución televisada para explicar la detención de Ledezma, el presidente Maduro explicó, “el que no está de acuerdo con la Revolución, se le respeta, puede organizar un grupo político, presentarse a elecciones. Tienen gobernadores, alcaldes, diputados, concejales. La próxima elección será la número 20. De las 19 anteriores hemos ganado 18. En medio de esta circunstancia no pidan debilidad en mí. No, mano de diálogo y construcción y al lado de esa mano, el puño de hierro chavista para castigar la conspiración, venga de donde venga”. Conociendo, como es de sobra conocido, el largo historial golpista de Ledezma, no resulta sorprendente la histérica reacción de los medios españoles, pero sí las declaraciones de dirigentes de la izquierda, como Pablo Iglesias que manifestó al conocer la noticia: “no hay ningún matiz. A mí no me gusta que se detenga a un alcalde”. ¿Por qué? ¿Acaso él habría dejado impune a cualquier alcalde de una ciudad española denunciado por formar parte de la trama golpista del 23-F? ¿Es que tienen los alcaldes algún tipo de privilegio sobre cualquier otro golpista para no ser detenidos? Y si es verdad que no le gusta que se detenga a ningún alcalde, ¿por qué no oímos levantar su voz cuando en el marco de la Operación Púnica se detuvieron a seis alcaldes madrileños? ¿O es que ahora vamos a considerar la corrupción un delito más grave que el golpismo?

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