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Crecimiento acelerado

Como era de esperar, la tasa de crecimiento de la economía española no sólo ha mantenido en el primer trimestre de este año la tendencia a la reactivación iniciada en 2014 sino que ha mostrado signos de aceleración moderada. La tasa de crecimiento intertrimestral del 0,8% avanzada ayer por el Banco de España es compatible con una tasa anual de crecimiento del 2,8% (la revisión propuesta por la autoridad monetaria para 2015) y permite proyectar para 2016 tasas similares de crecimiento. La economía acelera el crecimiento y se sitúa en cabeza de la reactivación europea.

Lo más importante de esta aceleración es que permitirá reducir las estadísticas de paro y acortar los plazos en los que la tasa de desempleo puede aproximarse al 20%. Es muy importante precisar que las estadísticas de desempleo, incluso las más afinadas, recogen con dificultad las peculiaridades del mercado laboral. Buena parte de la creación de empleo abunda en contratación precaria; las rentas salariales siguen sin remontar y eso se traduce todavía en malestar entre los asalariados. La buena evolución de las estadísticas no debe confundirse con una recuperación del bienestar.

Las razones de esta mejora (una décima más de crecimiento intertrimestral) proceden en buena medida del entorno internacional. Ya se señaló en su día la importancia de la depreciación del euro respecto al dólar (más pronunciada incluso de lo esperado) y la moderación del precio del crudo. Pero es evidente también que la intervención monetaria del Banco Central Europeo (BCE) está mejorando las condiciones de financiación. Menos influencia coyuntural tiene la rebaja del IRPF, demasiado corta para empujar el motor del consumo.

En ausencia de reformas estructurales que liberalicen los mercados y a falta de una reforma fiscal profunda que libere recursos para la inversión pública, este es el momento perfecto para firmar un acuerdo social que permita un aumento moderado de los salarios. Los ajustes de rentas han permitido hasta ahora mejorar la financiación exterior e intercambiar empleo por salario. Pero una política económica coherente con tasas de crecimiento del 2,5% es diferente de la austeridad basada en los recortes. La economía tiene que entrar paso a paso, sin comprometer el control del déficit, en políticas de estímulo de la demanda.

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