¿Qué está pasando en Brasil?

¿»Revolución de colores» para devolver Brasil al redil de EEUU?

Tan solo cinco meses después de que el Partido de los Trabajadores ganara las elecciones en Brasil con más de 54 millones de votos, se ha desatado una campaña para hundir al gobierno de Dilma Rousseff. Una «tormenta perfecta» que enlaza la crisis económica, los sonados escándalos de corrupción y las manifestaciones en la calle. Los grandes medios nos presentan que estamos ante una «rebelión ciudadana», pero desde la izquierda social brasileña se denuncia que «se están creando condiciones para una «revolución de colores» y hacer retornar a Brasil a los brazos de EEUU».

Que nadie se llame a engaño. EEUU ha lanzado una ofensiva para recuperar el poder perdido en lo que consideran su “patio trasero”, tras más de una década de avance de gobiernos progresistas y patrióticos en Hispanoamérica.Los ataques cada vez más feroces -y con sede en Washington- contra Venezuela forman parte de la misma operación que ahora se lanza contra el gobierno brasileño. «EEUU ha lanzado una ofensiva para recuperar el poder perdido en lo que consideran su “patio trasero”»

No en vano, Venezuela y Brasil son los dos eslabones más importantes y sensibles del frente antihegemonista en el mundo hispano. Venezuela porque abrió la grieta y representa la l´nea más audaz y consecuentemente antihegemonista. Brasil porque es la “pieza de caza mayor”, el gigante que forman parte de los BRICS.

Quien no parta de aquí no solo no entenderá nada de lo que suceda en Brasil, sino que acabará inevitablemente reproduciendo la propaganda norteamericana con que nos intoxican todos los grandes medios.

Desde luego que el gobierno del PT tiene una parte importante de responsabilidad. Y así lo ha reconocido el propio Lula, al afirmar que “el PT necesita refundarse y volver a sus orígenes”.

Primero, por no haber atajado el cáncer de una corrupción sistémica. Petrobras -el gigante petrolero que supone un 10% del PIB brasileño- era un nido de corrupción mucho antes de que el PT llegara al poder. Se permitió la continuidad del atraco a cambio de poder utilizar parte de los excedentes petroleros en políticas sociales.

Ahora la herida ha estallado. Más de 50 diputados -entre ellos el presidente del Senado y la Cámara Baja o el propio tesorero del PT- han sido detenidos, acusados de haberse apropiado de hasta 62.000 millones de dólares en comisiones.

Pero el escándalo Petrobras ha estallado ahora no por casualidad, sino con la clara intención de perjudicar al PT y Dilma Rousseff, que fue ministra de Minas y Energía antes de ocupar la presidencia.

Y en segundo lugar, el gobierno del PT ha dado un irresponsable bandazo en su política económica. Washington está “torpedeando” la economía brasileña, utilizando la caída del precio del petróleo -una de las principales fuentes de ingresos del país- como ariete.

Tras ganar las elecciones, Dilma Rousseff anunció que “no habría recortes ni sacrificios y menos para los más necesitados”. Pero pocas semanas más tarde nombró ministro de Economía al banquero liberal Joaquim Levy, que defiende ajustes en el gasto, sube impuestos, eleva los tipos de interés (que frenan el consumo y contienen la inflación) y sube la tasa que grava la gasolina y la luz.

Una política contraria a la que ha permitido sacar a 30 millones de brasileños de la pobreza, conquistar cotas de crecimiento impensables -entre un 4% y un 7%-, y que ha sembrado el descontento entre la base social del PT.Pero esto no explica la grave crisis política que vive Brasil. Hay otros factores que los grandes medios ocultan.Las manifestaciones del pasado 15 de diciembre, exigiendo la dimisión de Dilma Rousseff, no fueron “espontáneas”, ni representaban a la mayoría social brasileña, como nos están vendiendo.

Las organizaciones convocantes son oscuras y turbias. Desde “Ven Pra Rua”, estrechamente vinculada al mundo empresarial y financiero, hasta “Revoltados On Line” o “Legalistas”, que con pancartas de “S.O.S Fuerzas armadas” defienden un golpe militar para “conseguir estabilidad política y acabar con la corrupción”. O el “Movimiento Brasil Livre”, formado por los sectores universitarios más derechistas.

La actuación de lo grandes medios brasileños -en un 90% concentrados en 14 familias oligárquicas que odian a los gobiernos del PT- ha magnificado las movilizaciones.

Que no nos engañen. La mayoría de la población brasileña apoya al gobierno del PT. Quien quiere acabar con Dilma Rousseff es EEUU, para volver a mandar en Brasil como hacía antes de que Lula llegara a la presidencia.

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