Editorial

Terremoto popular contra los recortes

El bipartidismo, PP y PSOE, han sufrido una sacudida sin precedentes en la historia de la democracia: en las autonómicas pierden 2,5 millones de votos y 161 escaños en los parlamentos de las 13 comunidades autonómicas donde se han celebrado elecciones; en las municipales la sangrí­a de votos suma 3,1 millones de votos y 4.700 concejales. La consecuencia más inmediata ha sido la pérdida del poder territorial del PP y de sus 500 mayorí­as absolutas y su consiguiente desalojo de los gobiernos autonómicos y las principales ciudades del paí­s donde vení­an gobernando.

Los responsables son los más de 9 millones de personas que han votado contra la política de saqueo y recortes en las municipales y que representan ya el 40% del total de votos y los 5,3 millones de votos autonómicos, expresión de un imparable e indignado viento popular que ha asestado un golpe cuantitativo y cualitativo al bipartidismo gestor de los intereses de Washington y Berlín y la oligarquía española, creando una nueva situación en todo el país favorable a los intereses populares y poniendo en serias dificultades al proyecto de saqueo e intervención hegemonista.

Es un viento que se ha manifestado contra el saqueo y por un cambio que va más allá de las fuerzas políticas que dibujan el nuevo escenario político. Un viento popular, con un fuerte componente de izquierdas y patriótico, nacional, frente a las draconianas imposiciones exteriores de Washington y Berlín y los nacionalismos fragmentarios y excluyentes.

Las consecuencias no han hecho más que empezar, en el PP empiezan las dimisiones de la “vieja guardia” y el cuestionamiento de Rajoy. A las anunciadas dimisiones de Fabra en la C.Valenciana y Bauzá en Baleares pueden seguirle unas cuantas más, Vicente Herrera en Castilla-León, Rudi en Aragón o Cospedal en Castilla-La Mancha.

En el PSOE ya llaman a las puertas de las candidaturas ciudadanas, Podemos y Ciudadanos que juraron no llamar nunca, aunque las líneas rojas intrínsecas al propio vendaval popular colocan a esta pata izquierda del bipartidismo en bancarrota a la defensiva.«El terremoto popular que ha recorrido el país no es sólo la hecatombe del PP, es la bancarrota del bipartidismo»

A lo que hay que sumar el castigo al soberanismo de Artur Mas en Cataluña con la pérdida de Barcelona y casi 800.000 votos en toda la Comunidad, y el retroceso de Bildu que pierde Donosti y la Diputación de Gipuzkoa.

El terremoto popular ha provocado un cambio del escenario político no sólo en las autonomías y ayuntamientos, sino con proyección nacional, con la irrupción de Podemos en todas las comunidades, el triple salto de Compromis en la Comunidad Valenciana y la irrupción de Ciudadanos que se convierte en una fuerza nacional, integrando de hecho gran parte del voto de UPyD. Un escenario encabezado por candidaturas ciudadanas contra los recortes en las elecciones municipales, en lugares emblemáticos y cualitativos del poder político como Ahora Madrid, Barcelona en Comú o Valencia, pero también las Mareas de Xixón Sí se Puede y Vigo, Cádiz Sí se Puede, Zaragoza en Común, Som Palma y otras ciudades, que encabezan el hundimiento del bipartidismo y representan la fortaleza de candidaturas ciudadanas con dirigentes como Ada Colau o Manuela Carmena y sobre todo unas bases sociales curtidas en la lucha contra los recortes y la Troika, difícilmente asimilables por el hegemonismo y la oligarquía y que actúan de punta de lanza para su extensión a toda España.

Del terremoto popular forman parte también los resultados de IU, a la que, como dice su coordinador general, Cayo Lara, muchos han enterrado anticipadamente y que sin embargo mantiene, incluso mejora, sus resultados en votos -más de 1,4 millones de votos- (aunque la Ley D´Hont la expulse de varios parlamentos autonómicos, como en Valencia, y ayuntamientos claves) sumando los que obtiene en solitario y los que obtiene en candidaturas con otras fuerzas como IU-Equo…

El terremoto popular que ha recorrido el país no es sólo la hecatombe del PP, mientras el PSOE se mantiene, como dicen los principales medios nacionales y extranjeros, interesados en que cambie lo mínimo para que todo siga igual; que centran sus esfuerzos en minimizar la sacudida que recorre España de punta a punta y para quienes todo se soluciona con una política de pactos “porque el apoyo al cambio no tiene por qué cuestionar el sistema”, en la que el bipartidismo sea un “cuatripartidismo” con la integración junto al PP (aunque haya de ser un PP remozado) y el PSOE de los nuevos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos. Una valoración y una alternativa al servicio de los intereses dominantes que se ampara en la propia ley electoral, la Ley D’Hont, que beneficia al bipartidismo en el reparto de escaños e impide que el descalabro sea aún muchísimo mayor.

El terremoto popular es la bancarrota del bipartidismo. El PP, la pata derecha del modelo bipartidista con el que viene gobernando el hegemonismo y la oligarquía, ha entrado en barrena, como ya antes le pasó a la pata izquierda, el PSOE con Zapatero. El PP ha perdido 2,5 millones de votos y 3.750 concejales. El PSOE, que ya perdió las municipales en 2011, vuelve a perder casi 700.000 votos y otros casi 1.000 concejales. En numerosas capitales como Madrid, Valencia, Zaragoza, A Coruña o Bilbao ni siquiera es la segunda fuerza política, en Barcelona pasa de 11 a 4 concejales y pierde la mitad de los votos.

Wasington, Berlín y la oligarquía intentan minimizar los efectos del terremoto político popular tratando por todos los medios reconducir la situación, convirtiendo el bipartidismo en “tripartidismo” o “cuatripartidismo”, incluso haciendo aparecer al PSOE, favorecido por la ley electoral en el reparto de escaños, poco menos que como parte del viento popular que ha votado por el cambio acabando con el saqueo. Sin embargo el terremoto popular es de tal magnitud y las lineas rojas que imponen las bases populares son tan potentes que se lo ponen muy difícil al hegemonismo y la oligarquía.

El nuevo escenario es favorable al avance de los intereses populares y crea mejores condiciones para avanzar hacia la unidad en un frente amplio como propone Recortes Cero; pero todo va a depender de la línea que se imponga en los nuevos gobiernos autonómicos y municipales.«Wasington, Berlín y la oligarquía intentan minimizar los efectos del terremoto tratando de reconducir la situación»

Evidentemente dar una solución a los sectores más afectados por los draconianos ajustes el hegemonismo, una salida a los excluidos, desahuciados y condenados a la pobreza más absoluta, lo que en Recortes Cero hemos llamado un “plan de urgencia y solidaridad social”, es una exigencia básica de cualquier programa. Pero quedarnos sólo ahí no es el cambio que necesita el país y los ciudadanos. Es más, quedarnos sólo ahí es uno de los escenarios que baraja el hegemonismo, como pide el Editorial de El País, atender a las desigualdades y los casos más extremos para “cambiar algo y que todo, en lo fundamental, siga igual”, en tanto que no pone en cuestión el poder del gran capital nacional y extranjero sobre la economía, la vida política del país y la propia vida del 90% de la población.

El programa de redistribución de la riqueza que propone Recortes Cero no va sólo a paliar los efectos más dramáticos de la crisis, no se dirige sólo a los excluidos o situados en los límites de la exclusión social, sino que se dirige al 90% de la población que sufre el saqueo y los recortes, trabajadores, pensionistas, profesionales de todos los sectores, personalidades de todos los ámbitos del arte y la cultura, autónomos, pequeños y medianos empresarios…, mujeres, jóvenes trabajadores y estudiantes… Éste es el camino que puede crear las condiciones necesarias para lograr la soberanía necesaria para decidir por nosotros mismos sin imposiciones exteriores, dar el golpe definitivo al bipartidismo (o la nueva forma que adopte) y acabar con los recortes imponiendo un programa basado en el reparto de la riqueza.

Este es el reto que ahora se abre ante nosotros y donde Recortes Cero tiene que jugar un papel fundamental. De ahí la importancia y necesidad de hacer avanzar y reforzar la alternativa que representa de cara a la siguiente batalla de las elecciones generales.

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