Lucha contra la pobreza y Redistribución de la Riqueza

Brasil Hambre Cero: objetivo conseguido

Cuando Luiz Inacio Lula da Silva accedió a la presidencia, la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación) certificaba que en un paí­s de 175 millones de habitantes, 44 millones -una cantidad equivalente a toda la población española- sufrí­an hambre y pobreza extrema, con una renta inferior a 1 dólar diario. Casi uno de cada tres brasileños. En los siguientes diez años (bajo la presidencia de Lula y de Dilma Rousseff) 28 millones de personas derrotaron a la pobreza. La mortalidad infantil por desnutrición se ha reducido prácticamente a cero en muchas de las regiones más pobres. Brasil se ha colocado a la cabeza de la consecución de los Objetivos del Milenio marcados por la ONU, un ambicioso plan que perseguí­a erradicar el hambre y la pobreza extrema en 2.015. Un cambio histórico y un éxito sin precedentes que ha convertido a Brasil en una referencia mundial en la lucha contra la pobreza.

Vencer el hambre sin depender de nadie

«Vamos a crear las condiciones para que todas las personas en nuestro país puedan comer decentemente tres veces al día, todos los días, sin necesitar de donaciones de nadie. El Brasil ya no puede continuar conviviendo con tanta desigualdad. Necesitamos vencer el hambre, la miseria y la exclusión social».

(Luiz Inacio Lula da Silva. Discurso de toma de posesión como Presidente de la República, 1 de enero de 2.003)

El éxito de Hambre Cero está en que no ha sido un programa “asistencialista” basado solo en entregar subsidios, cuyos efectos son siempre coyunturales y parciales y generan por igual dependencia y corrupción.

Por el contrario, Hambre Cero buscaba crear las condiciones, con apoyo del gobierno, para que el pueblo derrotara a la pobreza siendo protagonista.

A través de programas como las Bolsas Familiares o la Tarjeta de Alimentación las familias recibían directamente una asignación pública, administrada por las mujeres y que solo podía utilizarse en adquirir alimentos que el gobierno compraba a los pequeños agricultores locales.» Hambre Cero no ha sido un programa “asistencialista” basado solo en entregar subsidios»

Una transferencia de renta hacia la población desconocida en Brasil (5.000 millones de euros anuales). Pero no solo eso. Cada familia debía cumplir determinadas condiciones para acceder a las ayudas. Primero, todos los analfabetos debían acudir a cursos de alfabetización, incluidos en una gran campaña nacional de alfabetización. En segundo lugar era obligatoria la escolarización de todos los niños hasta los 15 años. Y por último, todas las familias debían seguir un programa de salud.

Al mismo tiempo que se erradica el hambre y combate la pobreza, Hambre Cero ha impulsado un gigantesco programa educativo, sanitario y de revitalización de las economías locales. Formando a los condenados durante siglos a la exclusión y mejorando la calidad de vida de la mayoría.

Solo se acaba con la pobreza redistribuyendo la riqueza

El Programa Hambre Cero no se ha limitado nunca a dar asistencia a los sectores más pobres y excluidos. Ha sido la punta de lanza para impulsar un programa general de redistribución de la riqueza dentro de un nuevo proyecto de país.

Desde el principio, el PT y Lula tuvieron claro que “es fundamental entender que la seguridad alimentaria de un país va mas allá de la superación de la pobreza y del hambre. Es necesario asociar el objetivo de la política de seguridad alimentaria a estrategias de desarrollo económico y social que garanticen mayor equidad e inclusión social”.

Y también que “limitarse a políticas de emergencia o asistenciales sin considerar las causas estructurales del hambre y de la miseria, como el desempleo, el bajo nivel de la renta y su altísima concentración, hará que se perpetúe el problema y la necesidad de esas políticas asistenciales”.

Por eso, junto a las medidas de emergencia, Hambre Cero ha impulsado reformas estructurales dirigidas a aumentar el poder adquisitivo de la mayoría.

-En primer lugar elevando salarios y pensiones. En los últimos diez años se ha duplicado el salario mínimo en Brasil. Se crearon más de 12 millones de puestos de trabajo fijos en ocho años mientras aumentaba un 53% el sueldo base de los trabajadores.

De la misma manera, se ha universalizado las pensiones, a través de una ayuda para todos los mayores de 65 años, lo que ha reducido la pobreza entre los mayores a un 4,5%.

– En segundo lugar impulsado de verdad la reforma agraria. Proporcionado tierras a medio millón de jornaleros, y planteándose el objetivo de llegar hasta un millón. Empezando a revertir la hiperconcentración de la propiedad de la tierra y enfrentándose al poder de grandes terratenientes y monopolios alimentarios.

– El gobierno brasileño ha actuado directamente para bajar los precios de los alimentos, enfrentándose a los históricos privilegios del agronegocio, y ha impulsado el desarrollo de los pequeños agricultores locales.

– A lo que se unen más de setenta programas sociales públicos asociados a Hambre Cero, como la extensión de la red social, especialmente en salud y educación, el acceso a microcréditos, el fomento del cooperativismo…

El aumento de las rentas de la mayoría de la población, además de permitir superar la injusta lacra del hambre, ha impulsado la demanda interna, permitiendo a Brasil alcanzar cotas de crecimiento antes impensables, justo en el momento donde las grandes potencias estaban inmersas en una profunda crisis. «Limitarse a políticas de emergencia o asistenciales sin considerar las causas estructurales del hambre y de la miseria, como el desempleo, el bajo nivel de la renta y su altísima concentración, hará que se perpetúe el problema (Programa Hambre Cero)»

14 años de movilización social

Ya en 1.989 el entonces candidato a la presidencia, Lula da Silva, presentó un plan general de política alimentaria dirigida a combatir el hambre y la pobreza. A partir de ese momento, impulsado por el Partido de los Trabajadores, se forma un poderoso movimiento popular, la Acción de la Ciudadanía contra el Hambre, la Miseria y por la Vida, constituyendo millares de comités de solidaridad en todo el país.

El 16 de octubre de 2.001, el PT presenta el Proyecto Hambre Cero, en cuya elaboración participan movimientos sociales y populares durante un año.

Cuando Lula anunció en 2.003 que el “Proyecto Hambre Cero” iba a convertirse en una prioridad de su gobierno se apoyaba en 14 años de movilización social.

Un gobierno que hace trabajo de organización de base

Hambre Cero no es un programa ejecutado “desde arriba” sin la participación popular. Por el contrario ha buscado potenciar la organización popular por la base.

A través de los Comités Hambre Cero, que administran la ejecución del programa en cada municipio. Formados por nueve personas, dos tercios de ellos representantes de las familias y organizaciones sociales. Y solo un tercio nombrados por el gobierno central y local.

Este comité, que actúa “como una forma de control social”, decide la lista de familias beneficiarias y fiscaliza la transparencia, acabando así con cualquier tentación de clientelismo. Movilizando también a decenas de miles de voluntarios en todo el país.

De la misma manera, los Consejos de Seguridad, Alimentación y Desarrollo Sostenible impulsan, agrupando a entre diez y veinte municipios, los proyectos de desarrollo local decididos a través de la participación popular.

Y la “educación popular” es uno de los elementos que siempre acompañan la ejecución de Hambre Cero, a través de talleres locales destinados a todas las familias con el objetivo de que “puedan asumir su protagonismo sociopolítico”.

Porque tal y como plantea Frei Betto, coordinador de Movilización Social del Programa Hambre Cero, “el hambre es una cuestión política, la única manera de combatir este flagelo con éxito es crear indignación e incentivar la movilización social”.

Un programa radicalmente nuevo

Hambre Cero abrió una línea radicalmente nueva, enfrentada a los programas tradicionales que se han impulsado y siguen presentándose contra el hambre y la pobreza.

¿Cuáles son sus principales características?

-La lucha contra el hambre solo puede ganarse dentro de un programa general de redistribución de la riqueza, que combata las causas estructurales de la pobreza. Elevando salarios y pensiones, abordando la reforma agraria…

-La lucha contra la pobreza no puede limitarse a entregar subsidios. Así jamás se acabará con la pobreza, solo se suavizará momentáneamente.

-Las víctimas de la pobreza no son sujetos pasivos que solo esperan las ayudas del Estado. Son lo protagonistas de un cambio político. La movilización, la organización popular y la capacidad de decisión de la gente es la clave.

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