Abierto el debate en la izquierda

¿Candidaturas de unidad popular o frente amplio del 90%?

Los resultados del 24-M han abierto el debate público acerca de si todas las fuerzas de izquierda y movimientos sociales de cambio deberí­an aglutinarse o no -y cómo hacerlo- en una única candidatura de unidad popular para las próximas elecciones generales. Pero, ¿qué se está diciendo realmente cuando se habla de candidaturas de unidad popular?

Las respuestas a esta sencilla pregunta son múltiples. Para Alberto Garzón, candidato a la presidencia del gobierno por Izquierda Unida, se trataría de una coalición de “movimientos políticos que quieren un cambio”. Una “amplia convergencia de la izquierda, de las fuerzas sociales críticas y de personas independientes” que, en palabras de Cayo Lara, ha demostrado en las elecciones municipales la capacidad de conseguir “resultados extraordinarios”. «Se habla de candidaturas de unidad popular, pero esa unidad se limita tan sólo a la izquierda»

Sin embargo, la respuesta de Pablo Iglesias al ofrecimiento de Garzón ha sido, por el momento, la de invitar a IU a integrarse bajo las siglas de Podemos, porque su organización se define ya como “un movimiento de unidad popular y ciudadana”, abierto a que cualquiera “pueda participar en él”. Movimiento que “implica confluir con la gente, no acuerdos entre cúpulas de partidos”.

Pero tampoco, de la misma forma que la convergencia con Podemos abrió heridas sangrantes en el seno de IU durante la pasada campaña, la organización de Pablo Iglesias se ha librado del conflicto interno sobre esta cuestión. Un amplio grupo de destacados miembros y dirigentes, encabezado por el diputado en las Cortes de Aragón, Pablo Echenique, hacía público recientemente un manifiesto titulado “Abriendo Podemos”. En él, afirman que los resultados del 24-M han puesto de relieve que “Podemos ya no es el único instrumento de cambio, aunque nada sea posible sin Podemos”. Citando las experiencias de Barcelona en Comú, Ahora Madrid, Zaragoza en Común, Marea Atlántica o Las Palmas Puede, los pone cómo ejemplos de “procesos de cooperación” que “han predominado felizmente frente a las tentaciones hegemónicas de partido”. Es decir, una idea en cierto modo similar a la que plantean Garzón y Cayo Lara, aunque con un programa político en apariencia bastante más radical que ellos.

Sin embargo, pese a las grandes diferencias y contradicciones aparentemente insalvables, bajo todas estas ideas subyace una posición común acerca de qué es la unidad popular y por qué tipo de unidad deberíamos hoy trabajar todas las fuerzas que, en mayor o menor medida, nos enfrentamos a las consecuencias del proyecto de intervención y saqueo impuesto por el FMI y Berlín.

¿Unidad Popular o Frente de Izquierdas?

Porque, en realidad, todos ellos de lo que están hablando, de una u otra forma, bajo una u otra apariencia, es de un tipo de unidad reducida a la izquierda, a las fuerzas políticas y movimientos sociales que podemos englobar en lo que generalmente se entiende por “la izquierda del PSOE”. Esto es lo que realmente ha ocurrido en las candidaturas municipales de Madrid, Barcelona u otras grandes ciudades: la creación de un frente común de una buena parte de las fuerzas situadas a la izquierda de la socialdemocracia clásica, en unos casos, como Barcelona, con la inclusión de Iniciativa per Catalunya, en otras como Madrid, con la parte escindida de Izquierda Unida. Lo que está muy bien, pero es todavía insuficiente. «Si el 90% del pueblo tenemos intereses comunes, ¿por qué no unirnos en un frente amplio?»

Los hechos, por más que una parte de la dirección de Podemos se obstine en negarlos, hablan por sí mismos. Cuanto mayor ha sido la unidad, mejores resultados se han obtenido.

¿Es esto sin embargo suficiente para cambiar la correlación de fuerzas en el país y conseguir un cambio que de verdad satisfaga los intereses y demandas populares? De ninguna manera. No hay más que aplicar esta misma lógica en un ámbito superior y llevarla hasta sus últimas consecuencias.

¿No está el 90% de la población afectada por la política de recortes y saqueo que se nos impone desde Washington y Berlín? ¿No compartimos ese 90% unos intereses comunes de aplicar otra política completamente distinta, basada en una mayor y mejor redistribución de la riqueza, una ampliación de la democracia y una defensa de la soberanía nacional? ¿Y dentro de ese 90% no coinciden personas, fuerzas políticas, movimientos sociales y agrupaciones ciudadanas de la más variada índole y de muy diversas trayectorias políticas e ideológicas: de centro, de derechas, de izquierdas, independientes, creyentes, ateos, agnósticos,…? ¿No formamos parte de ese 90% desde trabajadores, parados, jóvenes, funcionarios, autónomos, pequeños y medianos empresarios,… es decir, la inmensa mayoría social?

Entonces, si el 90% tenemos intereses comunes, si todos reclamamos unos mismos cambios en la economía del país, si todos compartimos la necesidad de acabar con el corrupto régimen del bipartidismo, ¿ por qué reducir los límites de esa unidad sólo a la izquierda? ¿Por qué no luchar por unir todas esas fuerzas en un mismo frente común, en una alianza democrática entre iguales, en un frente amplio de unidad?

Es una verdad universalmente reconocida de todas las grandes transformaciones que ha conocido la humanidad en la época contemporáneo, que el problema capital de cualquiera de ellas ha sido saber distinguir con claridad y separar con precisión quiénes son nuestros auténticos enemigos de quiénes son nuestros verdaderos amigos. Sin partir de que hoy, en España, el 90% de la población forma parte del campo de los amigos, y luchar por unirlos en un mismo frente de combate, ninguna transformación real será posible. Y nuestros enemigos podrán respirar aliviados por mucho malestar social o inestabilidad en el modelo político que exista.

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