SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Ante la gran oportunidad de cambiar España

TRAS una reunión con la dirección de su partido, Mariano Rajoy emplazó ayer a Pedro Sánchez a aceptar un pacto de Estado entre el PP, el PSOE y Ciudadanos para formar un Gobierno estable que permita hacer frente a los grandes retos que debe afrontar España.

TRAS una reunión con la dirección de su partido, Mariano Rajoy emplazó ayer a Pedro Sánchez a aceptar un pacto de Estado entre el PP, el PSOE y Ciudadanos para formar un Gobierno estable que permita hacer frente a los grandes retos que debe afrontar España.

Esta propuesta, según sus palabras, «es la más sensata» y «pretende que haya un Gobierno viable con suficientes apoyos para gobernar, que sea coherente y que responda a la voluntad de los ciudadanos expresadas en las urnas».

Rajoy aseguró que sería no solamente «irresponsable» sino también «un disparate» pactar con Podemos o que el PSOE forzara unas nuevas elecciones, desoyendo su mano tendida para discutir la formación de ese Gobierno estable, que, según defendió, debería estar presidido por el partido más votado, o sea, el PP.

Dejó abierto que el nuevo Gabinete pudiera ser de concentración con ministros de las tres formaciones o con «un programa concertado», algo que sugirió que podría negociarse con el PSOE y Ciudadanos.

Mientras lanzaba un dardo a Sánchez al reprocharle que se está dejando llevar por «urgencias y ambiciones personales», al mismo tiempo realizó un importante gesto hacia al PSOE al renunciar a presentar un candidato a presidir el Congreso y aceptar al ex lehendakariPatxi López. Será la primera vez que la persona que preside la Cámara no pertenece al partido que gobierna.

Nos parece un gesto de inteligencia política de Rajoy, que también reconoció que hay diferencias que requieren una negociación para ponerse de acuerdo, aunque PSOE y PP comparten la misma visión en los grandes asuntos de Estado como la soberanía, la igualdad ante la ley, el terrorismo y la defensa nacional.

El líder del PP también se refirió al desafío del independentismo catalán y aseguró que «no son aceptables las equidistancias», lo que puede ser interpretado como otro mensaje a Sánchez para formar ese Gobierno de unidad que combata el desafío soberanista.

El presidente en funciones no dijo ayer nada nuevo que cambie sus planteamientos, pero sí enfatizó en la idea de que son el PSOE y Sánchez los que tienen que mover ficha y renunciar a alternativas que no son viables ni coherentes, como Rajoy subrayó en su comparecencia.

Es lógico y comprensible que Sánchez tenga reservas a la hora de forjar una alianza con el PP y también es cierto que una parte considerable de los votantes del PSOE está en contra de ese pacto. Pero, por encima de ello, está el interés común y esos retos que exigen que España tenga un Gobierno estable en los próximos tres o cuatro años.

Ir a unas nuevas elecciones supondría que no sería posible investir a un nuevo presidente hasta primeros de junio. Esa interinidad sería nefasta en estos momentos. Pero además es posible que los resultados fueran muy parecidos, con lo cual la rueda giraría y volvería a la misma posición en la que nos encontramos hoy.

Desde el primer día, nuestro periódico ha defendido un gran pacto entre los tres partidos, sea un acuerdo de gobernabilidad sea una coalición. Y ello por la sencilla razón de que el final del bipartidismo y el nuevo mapa parlamentario exigen necesariamente consensos para gobernar.

Cuando PP y PSOE sumaban el 75% de los votos y más de tres cuartas partes de los escaños, el asunto era muy simple: gobernaba uno de los dos, con apoyos de otros partidos si hacía falta. Pero este modelo es hoy absolutamente inviable. La única opción es a partir de ahora que haya dos o tres partidos que se pongan de acuerdo para disponer de una mayoría estable en el Congreso. Este es el mandato de las urnas porque nadie puede sostener en serio que los españoles querían con su voto unas nuevas elecciones o un Ejecutivo sin capacidad de gobernar.

Por tanto, el PSOE debe sumarse a este gran pacto de Estado, que sus dirigentes pueden perfectamente explicar a las bases. Si lo ha hecho Sigmar Gabriel, el líder del SPD, en Alemania y existen casos similares en tres o cuatro países de la UE, ¿por qué no se puede hacer lo mismo en España?

Ha llegado el momento de constituir el nuevo Parlamento y de empezar a trabajar para abordar una serie de reformas que son necesarias para que este país funcione. Y eso sólo puede pasar por ese Gobierno respaldado por los tres partidos, que daría confianza a los españoles, tranquilizaría a los mercados y demostraría a Europa que en España somos capaces de llegar a acuerdos por encima de las legítimas diferencias.

Lo que para algunos resulta un problema, es en realidad una gran oportunidad histórica para que este país pueda acometer los grandes cambios que devuelvan la ilusión a los ciudadanos y la credibilidad de las instituciones.

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