¿Cuál es la posición de los centros de poder mundiales ante la independencia de Cataluña?

Las «conexiones internacionales» del problema catalán

Cuando parecí­a que el «proceso soberanista» en Cataluña podí­a retroceder casi definitivamente, la retirada de Mas y el nuevo gobierno encabezado por Carles Puigdemont ha vuelto a poner en primer plano las amenazas contra la unidad. ¿Por qué la dirección de Convergencia persiste en llevar hasta el final su proyecto de ruptura? ¿Qué papel juega el «problema catalán» en la convulsa situación polí­tica española? Quien intente explicar lo que está sucediendo en Cataluña desde la «huí­da hacia delante del clan Mas y Pujol para esconder su corrupción» o como «un asunto interno» entre Cataluña y el Estado español, no será capaz de entender nada.

La constitución de un nuevo Estado -y más cuando afecta a uno de los Estados claves de Europa Occidental- está en el centro de las relaciones internacionales, se trata en definitiva de relaciones de poder. Y necesariamente debe contar con la participación activa de los principales centros de poder mundiales.

¿Cuál es el papel que juega el auge del independentismo en Cataluña dentro de los proyectos de dominación sobre España de las principales potencias? ¿Qué posición tienen los principales centros de poder mundiales ante el “proceso soberanista” catalán y cómo están influyendo en su desarrollo? «Detrás de los “asuntos internos” siempre hay “agentes externos”, las grandes potencias interesadas en utilizarlos para aumentar su dominio sobre nosotros»

Iniciamos aquí un proceso de investigación, que seguiremos desarrollando en sucesivos números del Chispas, que empiecen a poner sobre la mesa las “conexiones internacionales” del independentismo catalán y nos permitan, por tanto, poder pensar en otra dirección.

La “internacionalización del procés”

Muchos destacan, ante la intención del nuevo gobierno catalán por llevar adelante la “desconexión con España”, que el 27-S, en una elecciones presentadas por Artur Mas como “plebiscitarias”, solo el 48% de los votantes respaldó la independencia. Remachando que el 20-D el apoyo a la fragmenación apenas superó el 30% de los votos.

Al mismo tiempo, destacados círculos de la gran burguesía catalana, encabezados por La Vanguardia, reclaman “realismo” al nuevo gobierno, dictaminando que persistir en la “independendencia exprés cuando no existe una mayoría social que lo avale conduce al desastre”.

Desde el gobierno catalán se ofrece como alternativa la “internacionalización del proceso soberanista”, afirmando que “frente al inmovilismo del gobierno y el Estado español es necesario tejer complicidades internacionales” que permitan avanzar hacia la independencia.

Con ese objetivo se ha creado en el el nuevo gobierno catalán la cartera de Exteriores, Transparencia y Relaciones institucionales, encabezada por Raül Romeva, ex eurodiputado procedente de Iniciativa per Catalunya. Y que contará con el respaldo de “la larga lista de contactos internacionales de Artur Mas”.

¿Se trata como algunos afirman de un voluntarismo absurdo o de un empeño inútil, puesto que es imposible que ninguna instancia internacional seria se comprometa con la independencia catalana?

La realidad es exactamente la contraria. Y los ilusos seremos nosotros si no lo tenemos en cuenta.

Es absolutamente impensable que los círculos nucleados en torno a Artur Mas se lancen, sin red, a su aventura independentista.

Deben, necesariamente, de contar de alguna manera con respaldos o apoyos, abiertos o encubiertos, de centros de poder internacionales que le permitan mantener un desafío abierto al Estado español, la quinta economía de la zona euro. Y que proteja y garantice su futuro político.

La fragmentación de España no entra en los planes del hegemonismo norteamericano, ni tampoco del imperialismo alemán. Simplemente por puro interés. España es un “peón fiable”, y la política de recortes o el dominio económico, político y militar norteamericano sobre España no está puesto en cuestión.

Pero la carta de la fragmentación ha sido utilizada muchas veces por EEUU y Alemania como un instrumento de dominio. Bien culminando la separación -como en el caso de la prefabricada independencia de Panamá de Colombia, para hacerse con el control del Canal-, bien manteniendo permanentemente abierta la herida de la amenaza de fragmentación, como históricamente ha hecho el imperialismo en España. La remodelación del mapa europeo que acompañó la reunificación alemana, a veces de forma sangrante, como en Yugoslavia, otras veces con una “ruptura pactada”, como en Checoslovaquia, así lo atestigua.

El proyecto del hegemonismo norteamericano para Cataluña, así como los planes alemanes, son los mismos que para el resto de España: su objetivo central es intensificar el saqueo contra el 90% de la población y la apropiación y expolio de las principales fuentes de riqueza del país. Lo que implica un incremento de la intervención y el control, y precisa elevar de grado la degradación política del país.

Por eso, aunque ni Washington ni Berlín contemplen la fragmentación de España como un objetivo inmediato, si les puede interesar utilizar el “problema soberanista” para incrementar la degradación política de España y rebajar nuestras defensas ante los nuevos saltos de su proyecto de intervención y saqueo.

Y también por ello, los círculos nucleados en torno a Artur Mas llaman a la puerta de los centros de poder mundiales, esperando contar con su respaldo y apoyo.

Detrás de los “asuntos internos” siempre hay “agentes externos”, las grandes potencias interesadas en utilizarlos para aumentar su dominio sobre nosotros.

Ofrecemos a nuestros lectores los primeros hechos y conclusiones en el camino de desentrañar las “conexiones internacionales” que permitirían explicar el “problema catalán”.

La “conexión bávara”

Uno de los lugares comunes utilizados para referirse al “proceso soberanista” es que la UE jamás aceptará que se consume la independencia dentro de uno de los Estados miembros. Utilizando para ello las declaraciones de dirigentes europeos que advierten de que una hipotética Cataluña independiente quedaría automáticamente fuera de la UE.

¿Pero no hay centros de poder europeos que amparan, o incluso alientan, las pretensiones de ruptura de los Mas y Pujol?

El más importante apoyo internacional al soberanismo catalán ha venido desde la CSU, en el poder en Baviera desde el final de la IIª Guerra Mundial y socio del partido de Merkel.

En octubre del pasado año, pocos días después de las elecciones catalanas, el Congreso del PP europeo celebrado en Madrid aprobaba una rotunda moción en defensa de la unidad de España, afirmando que “cualquier declaración unilateral de secesión está fuera de la legalidad”.

Pero los 16 diputados bávaros se negaron a apoyarla bajo el motivo de que “se centraba únicamente en la integridad territorial y relegaba la autonomía de las regiones”. «Mientras Alemania se recentraliza, difunde la disgregación en el resto de Estados. Y el centro emisor de estas políticas es el llamado “sector bávaro” de la burguesía alemana»

No fue una “salida de tono” temporal, sino toda una política defendida desde los círculos políticos bávaros. Hace tan solo unos meses Thomas Silberhorn, portavoz europeo de la CSU y miembro del comité de Asuntos Exteriores del parlamento alemán, declaraba que “habrá que aceptar la voluntad democrática de escoceses y catalanes”, afirmando que “la combinación entre unas instituciones europeas más ágiles pero potentes y una intensa descentralización es el secreto para una integración europea exitosa que acomode los intereses de Baviera, Cataluña o Escocia”.

No son las únicas voces que así se pronuncian en Alemania. Roland Vaubel, uno de los principales asesores económicos de Merkel, recomienda que “Europa respete una hipotética independencia de Cataluña”. Declarando que “la Comisión Europea intenta desanimar la secesión de Cataluña afirmando que dejarán de ser miembros de la Unión (…) pero a mi juicio una Cataluña independiente será perfectamente viable y aportadora neta de la UE”.

El troceamiento del mapa europeo, desgajando los Estados nacionales en pequeñas unidades que orbitarían, como satélites, en torno a la gran nación étnica por excelencia, Alemania, es un viejo plan de la burguesía germana para imponer su dominio continental. Plasmado en el diseño de la “Europa de los Pueblos” hitleriana, y que tras la reunificación alemana adquirió nuevos vuelos readaptada como “Europa de las Regiones”.

Mientras Alemania se recentraliza, y el gobierno de Berlín asume competencias que antes tenían los länders, difunde la disgregación en el resto de Estados. Y el centro emisor de estas políticas es el Estado Libre de Baviera, corazón del llamado “sector bávaro”, expresión de los círculos más agresivos de la burguesía alemana.

Esa influencia bávara se extiende sobre regiones, gobiernos locales y movimientos nacionalistas, utilizando las instituciones de la UE.

Es conocida la estrecha relación entre los circulos dirigentes de Convergencia y los de la CSU bávara. A través del Comité de las Regiones de la UE, los proyectos compartidos entre Baviera y Cataluña, o iniciativas comunes como la “Liga europea de naciones que reclaman el derecho a limitar la solidaridad interterritorial”, una reaccionaria plataforma impulsada por la CSU a la que Convergencia se sumó entusiasmada.

Otras instituciones europeas también han prestado apoyo y oxígeno político a los círculos independentistas de Convergencia. El partido de la Alianza de los Liberales y Demócratas Europeos aprobó el pasado año un manifiesto a favor del derecho a decidir de Cataluña, incorporándolo a su programa para las elecciones europeas.

De este gran partido liberal europeo -cuya vicepresidencia corresponde a Convergencia- forman parte personalidades como el ex comisario económico Olli Rehn -representante de la inflexibilidad en la ejecución de los recortes- o el ex secretario general de la OTAN, Andres Rasmussen.

Su anterior presidente, el liberal británico Graham Watson, llegó a “avisar” al gobierno español que “ya no vivimos en el siglo XVIII y la UE debe ser lo suficientemente fuerte y flexible para permitir la creación de nuevos Estados en sus fronteras”.

A petición de la Juventud Nacionalista de Catalunya (las juventudes de Convergencia, vivero de independentistas de donde proviene el actual presidente catalán, Carles Puigdemont) las juventudes del partido liberal europeo aprobaron también una resolución de apoyo al “derecho a decidir de las naciones sin Estado”.

El doble juego de EEUU

Cuando Felipe VI visitó Washington, el presidente norteamericano, Barack Obama, remarcó que “EEUU estamos profundamente comprometidos en mantener la relación con una España fuerte y unida”. Pocos minutos más tarde, el secretario de Estado, John Kerry, utilizaba en una rueda de prensa conjunta con el ministro español de Exteriores, García Margallo, una fórmula similar: “mantener contacto con una España fuerte, robusta y unida”.

Estas declaraciones fueron difundidas por el gobierno de Rajoy, presentándolas como el aval de la superpotencia a la firmeza contra las amenazas del soberanismo catalán.

Sin embargo, como desveló El Mundo, “no fueron gratuitas, ni fruto de un apoyo esperable entre aliados”. Sino a cambio de acelerar el acuerdo que permite incrementar el despliegue de marines en Morón, convertida en “la base de África” del Pentágono. «La embajada mira lo que está ocurriendo. Mi posición es que las cosas cambian. Ya veremos lo que ocurre, y si las cosas cambian habrá que adaptarse (James Cotos, embajador norteamericano en España)»

Es un ejemplo de la rentabilidad que para Washington puede tener mantener abierta la herida de la amenaza de fragmentación.

Mientras que el gobierno norteamericano tomó una posición rotunda de apoyo a Reino Unido con motivo del referéndum donde Escocia decidía entre el SI o el NO a la independencia, esa firmeza se transforma en ambigüedad cuando destacados representantes de la superpotencia yanqui se pronuncian sobre la unidad de España.

Cuando a Antony Blinken, subsecretario de Estado y una de las figuras más influyentes en el gobierno de Obama, le preguntaron si la defensa de la unidad en Reino Unido “vale también para España ante el separatismo catalán”, su respuesta fue una maliciosa tibieza: “esto es realmente una cuestión interna sobre la que tienen que decidir los españoles. No nos vamos a pronunciar sobre ese asunto”.

No se trata de un “desliz individual”. Bob Menéndez, el poderoso presidente de la Comisión de Exteriores del Senado de EEUU, y uno de los principales representantes del ala dura de los republicanos, afirmó que la cuestión catalana “es una discusión interna de España. No tengo una opinión formada”.

Y el embajador norteamericano en España, James Costos, fue más explicito al declarar que “la política habitual de EEUU hacia Cataluña es que se trata de un asunto interno de España. La embajada mira lo que está ocurriendo. Mi posición es que las cosas cambian. Ya veremos lo que ocurre, y si las cosas cambian habrá que adaptarse”.

Ante el “problema catalán”, Washington practica un peligroso doble juego. Por un lado no está interesado en provocar la fragmentación de un “peón fiable” como España. Pero por otro, permite los ataques a la unidad de Artur Mas con el objetivo de degradar y debilitar al país, para imponernos las draconianas exigencias de su proyecto de saqueo e intervención.

La pista israelita

Cuando el proceso soberanista apenas empezaba a agudizarse, el principal diario israelí, “Haaretz” publicó un largo reportaje donde aseguraban que “Cataluña será pronto de pueblo catalán, de la misma forma que Israel es del pueblo judío (…) El boomerang ya ha echado a andar (…) La consulta catalana será una patata caliente que pronto acabará en las faldas de la Unión Europea”.

Ya desde los tiempos de Pujol, la relación con Israel ha sido cuidadosamente cultivada por Convergencia. Hace muy pocos meses, Artur Mas declaraba desde Tel Aviv que “Israel es claramente un compañero de viaje elegido por Cataluña”.

Para la dirección de Convergencia, Israel es presentado como un ejemplo a seguir que demuestra la “viabilidad” de la existencia de Cataluña como Estado independiente.

Tanto los gobiernos de Pujol como los de Artur Mas, y con toda seguridad lo hará también el de Puigdemont, han trabajado por estrechar los lazos con Israel.

Primero en el terreno económico. Uno de los proyectos estrella de los gobiernos de Mas ha sido el de incorporar a Cataluña a un “pacto a tres” con Irael y el Estado norteamericano de Massachusets para el desarrollo tecnológico.

Pero las relaciones que los círculos independentistas catalanes pretenden establecer con Israel van mucho más allá de las meramente económicas.

Según desveló ElConfidencial, el gobierno catalán ha contactado con el Mossad israelí, además de con los servicios de inteligencia alemanes y franceses, demandándoles apoyo para crear “el CNI” del futuro Estado independiente.

No se trataba, por parte del gobierno catalán, de una simple solicitud de información y ayuda, sino que también incluía un ofrecimiento de “colaboración” -a través “de las red de fuentes de información que Cataluña ya dispone”- a estos servicios extranjeros.

No es algo nuevo. La reestructuración de los servicios secretos españoles durante los años setenta se hizo a través de una estrecha colaboración con el Mossad israelí, que actuaba como “cabeza de puente” de la CIA.

Y esta es la clave de una “pista israelita” que conduce a EEUU. Como afirma El País, en un artículo titulado “Mas pide el apoyo de Israel ante el momento único que vive Cataluña”, “los nacionalistas catalanes consideran que el proceso soberanista sería más fácil si actores internacionales como Israel, con gran ascendiente sobre Estados Unidos, lanzaran algún guiño a favor de la consulta”.

One thought on “Las «conexiones internacionales» del problema catalán”

  • que fuera de Espana , el independentismo goza de mucha simpatia es algo que data desde tiempos inmemoriales, aunque algunos en Espana insistan cicateramente en no verlo asi , LLaman amigos a paises enemigos y nunca apuntan con el dedo a tales enemigos ,( santuario frances , posiciones belgas ,,Reino UNido) les preocupa mucho lo que piensan de ellos fuera , por complejo , Hubo un jefe de estado que todo eso le traia al pairo

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