Suiza requisa los objetos de valor y obligará a los refugiados a entregarles el 10% del sueldo.

‘Solidaridad’ de hielo glaciar

Suiza, uno de los paí­ses más ricos de Europa y del mundo, ha aprobado una norma por la que los refugiados de guerra sirios que ingresen en el paí­s deberán entregar todos los objetos de valor superior a 1000 francos que aún conserven. Y aquellos a los que se les conceda el permiso de residencia y trabajo, tendrán que entregar el 10% de su salario durante diez años hasta abonar 15.000 francos suizos.

Siguiendo los pasos de Dinamarca, que aprobará una legislación similar, la oligarquía suiza continúa la ignominiosa labor de las mafias que trafican con seres humanos. No sólo despojan de lo poco que tienen a los desharrapados que huyen de la guerra, sino que planifican la más franca y despiadada explotación de la mano de obra indefensa que llega a sus puertas. Esta es la ‘solidaridad’ de los Estados del Bienestar nórdicos que una parte de la izquierda europea tiene como modelo.

Suiza es uno de los países más ricos del mundo, con una renta per cápita de 4.800€/mes (6º puesto mundial), un Indice de Desarrollo Humano (IDH, donde el máximo es 1 y el mínimo cero), de 0,903, el puesto 11. Y con una insignificante tasa de paro del 4,2%. «Xenofobia y explotación despiadada de los extranjeros. Esos son los cimientos sobre los que se levanta el Estado del Bienestar de los glaciares alpinos.»

Pero la agencia estatal de inmigración suiza, la SEM, justifica esta medida alegando que “la ley obliga a los solicitantes de asilo y refugiados a contribuir si es posible a costear el proceso de sus solicitudes y las ayudas sociales. El dinero servirá para pagar los gastos que genere”.

La televisión suiza mostraba un recibo de un refugiado sirio que le fue entregado, tras ser obligado a dar la mitad del dinero en efectivo que aún conservaba su familia, lo que les quedaba tras pagar el pasaje a las mafias del tráfico de seres humanos para poder llegar a Europa.

Pero no es todo. Aquellos refugiados que consigan el permiso de residencia y de trabajo, deberán entregar un implacable diezmo del 10% de su salario durante diez años, hasta cubrir los 15.000 francos suizos en los que Ginebra ha tasado su ‘solidaridad’.

En Dinamarca el ejecutivo propuso la misma medida, pero tras ser duramente denunciada por organizaciones de derechos humanos y la ACNUR, esta siendo debatida en el parlamento. Sin embargo todo indica que finalmente será aprobada.

“Es indigno”, dice un miembro de la ONG suiza que ayuda a los refugiados. Sin embargo, el racismo, la xenofobia y la más glaciar insolidaridad están arraigadas en Suiza, donde la principal preocupación no es el paro, ni el terrorismo, ni la corrupción, sino la inmigración. Y donde la ultraderecha ha conquistado el voto casi el 30 % de la población ante el temor del electorado a perder su confortable Estado del bienestar. Xenofobia que sirve para justificar la más despiadada explotación de la mano de obra extranjera. Esos son los cimientos sobre los que se levanta el Estado del Bienestar de los glaciares alpinos.

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