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Panamá: los corsarios

Estuve en el istmo de Panamá de donde partió Vasco Núñez de Balboa para protagonizar una de las más grandes hazañas de la épica española. El héroe de Jerez de los Caballeros, al mando de los guí­as y adelantados con las naves al hombro, atravesó la cordillera del rí­o Chucunaque, y descubrió el océano Pací­fico, que llamó Mar del Sur. De un árbol hicieron una cruz con los brazos extendidos a los dos océanos, después de que los aventureros abrazaran a su capitán. Yo fui a aquel paí­s a entrevistar a Noriega, ‘Cara piña’, y me dijo: «Tengo a los yanquis cogidos por las pelotas». Y era al revés: vinieron los yanquis y lo secuestraron. Cuando estuve era carnaval y en el hotel me dijeron: «No salga, que se lo comen». Así­ que no salí­ del hall, que era un pequeño casino. En la calle ardí­an la música afro-cubana, la salsa, las polleras, las mojadas y bailaban los edificios, donde los evasores del universo dejan el dinero enlodado de sangre, de trata, de coca y de goma-2.

stuve en el istmo de Panamá de donde partió Vasco Núñez de Balboa para protagonizar una de las más grandes hazañas de la épica española. El héroe de Jerez de los Caballeros, al mando de los guías y adelantados con las naves al hombro, atravesó la cordillera del río Chucunaque, y descubrió el océano Pacífico, que llamó Mar del Sur. De un árbol hicieron una cruz con los brazos extendidos a los dos océanos, después de que los aventureros abrazaran a su capitán. Yo fui a aquel país a entrevistar a Noriega, ‘Cara piña’, y me dijo: «Tengo a los yanquis cogidos por las pelotas». Y era al revés: vinieron los yanquis y lo secuestraron. Cuando estuve era carnaval y en el hotel me dijeron: «No salga, que se lo comen». Así que no salí del hall, que era un pequeño casino. En la calle ardían la música afro-cubana, la salsa, las polleras, las mojadas y bailaban los edificios, donde los evasores del universo dejan el dinero enlodado de sangre, de trata, de coca y de goma-2.

Los españoles de ahora no van a buscar oro, sino a llevarlo; usan ese procedimiento de esquilme que se realiza en un paraíso fiscal -Taxe haven, traducción de los haven refugios de los corsarios del Caribe-. Esos escondites de filibusteros siguen siendo usados por los corsarios financieros como antes de la crisis; los políticos prometieron que iban a evitar el saqueo a los contribuyentes honrados -precisamente en Panamá- pero mintieron. En una gran avenida de la ciudad hay miles de abogados y cientos de bancos que esconden y lavan el dinero que se evade. Los ricos no pagan como el resto de los ciudadanos; así lo cuenta Nicholas Shaxson en sus fascinantes Islas del tesoro. Explica qué millonarios no están sujetos a reglas en países donde con pocos miles de habitantes se acogen millones de empresas-refugio que huyen de los controles. Resume así la guirigaña: «Los paraísos y los hombres que roban al mundo». Más de la mitad del comercio mundial se realiza a través de esas islas del tesoro; más del la mitad de los valores bancarios transitan por esas plazas ajenas a todo control democrático. Los que más se aprovechan del choreo son los bancos. Como ha dicho Sean Cleary, del Foro de Davos: «Warren Buffett ha reconocido que paga menos impuestos que su secretaria».

Es que todo lo que era sólido -lo anunció Don Carlos- se está desvaneciendo en el aire. El sistema tiene a su favor un método de evaporación de fondos que lleva a la miseria a la décima parte de los habitantes de la Tierra. Panamá, la City de Londres y Wall Street son cajas fuertes y repúblicas independientes. Por eso han ideado leyes para perpetuar la especulación y el blanqueo. Ahora ya sabemos que no se rescata a los países, sino que se les saquea. La filtración de 11,5 millones de documentos del despacho de abogados Mossack Fonseca & Co. y la explosión de los archivos offshore desvelados después de un año de investigación por bravos periodistas, pueden ser un despertador de la ira de los contribuyentes.

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