Rozas, la base de drones de la OTAN en la comarca gallega de Terra Cha

Las bases que no conocemos

El ministerio de Defensa, de acuerdo con la OTAN y con la aprobación de la Xunta de Galicia, ha convertido la base de Rozas, en la provincia de Lugo, en una base de drones de la OTAN. Lo ha sacado a la luz una proposición no de ley, presentada por los diputados de En Marea para que el gobierno en funciones de Rajoy informe sobre las actuaciones del Ministerio de Defensa en la comarca lucense de Terra Cha (Tierra Llana).

La Revista Española de Defensa editada por el Ministerio de defensa, en su número de octubre pasado publicaba un amplio reportaje (“La hora de los drones”) confirmando la apuesta de las Fuerzas Armadas Españolas por el uso de “aviones remotamente tripulados” (REPAS) con fines militares.

En el reportaje queda perfectamente claro la importancia de la base de Rozas como centro de “experimentación, desarrollo y maniobras” con drones de uso bélico, donde se llevan a cabo los ensayos principales con REPAS tácticos y estratégicos que deberán estar totalmente renovados y operativos en los próximos años, en el marco de las necesidades de la OTAN y la estrategia norteamericana. «La base de Rozas se ha trasformado en una de las cinco bases de drones de Estados Unidos en Europa, junto con las de Sicilia y la de Ramsteim en Alemania, el auténtico corazón de la guerra con drones»

Pero también la existencia de otras bases donde se desarrollan los proyectos de la “guerra con drones”. Como la base del Ferral, en León, desde donde opera el Grosa (Grupo de Reconocimiento y Observación por Sistemas Aéreos) integrado por 150 militares, la unidad de drones del Ejército de Tierra. Y la Escuela de Sistemas Aéreos No Tripulados del Ejército del Aire, situada en Matacán (Salamanca).

Desde 2011 la base de Rozas se ha trasformado para convertirse en una de las cinco bases de drones de Estados Unidos en Europa, junto con las de Sicilia y la de Ramsteim en Alemania, el auténtico corazón de la guerra con drones de Estados Unidos en Occidente.

Un convenio del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial) con la Xunta ha destinado más de 50 millones de euros a la preparación de las instalaciones (cercado, torre de control, nuevo hangar y la instalación de un sistema de seguridad aérea).

El salto de los dronesEn octubre pasado el Pentágono anunciaba la venta al ejército español de cuatro drones MQ-9 Reaper, de la empresa norteamericana General Atomics. A diferencia del resto de drones utilizados hasta ahora por el ejército español, de tipo táctico, enfocados a funciones de observación y vigilancia, el Reaper o Segador es un dron estratégico, fácilmente artillable para ser utilizado en acciones de ataque e intimidación. Y que estarán plenamente operativos en 2017.

Como señala la publicación del Ministerio de Defensa español, la compra incluye la adquisición de dos estaciones de control en tierra móviles, cinco radares de apertura sintética y cinco sistemas multiespectrales MTS-B, así como veinte sistemas de posicionamiento global (GPS) y de guiado inercial (EGI).

El MQ-9 Reaper -versión mejorada de los famosos Predator utilizados por el ejército norteamericano en Afganistán- es un dron estratégico de Media Altitud y Largo Alcance (MALE) de once metros de largo y veinte de envergadura, de casi cinco toneladas de peso máximo al despegue, con un radio de acción de 1.900 kilómetros y un techo operativo de algo más de 15.000 metros, capaz de operar durante 30 horas ininterrumpidas.El sistema elegido por el Ministerio de Defensa es el mismo que, además de Estados Unidos, utilizan los ejércitos de la OTAN de Francia, Holanda, Italia y Reino Unido.

Atlante el “dron español”Desde 2013, la base de Rozas se ha convertido también en la base de pruebas del Atlante (Avión Táctico de Largo Alcance no Tripulado Español), uno de los proyectos estrella del ejército español, fabricado por la empresa Cassidian, la división aeronáutica de la multinacional de armamento europea EADS, integrada en Airbus Defence, nacida de la fusión de las compañías: Aérospatiale-Matra de Francia, Dornier GmbH y DaimlerChrysler Aerospace AG (DASA) de Alemania y Construcciones Aeronáuticas SA (CASA) de España.

El Atlante es un REPAS táctico de la clase II, de 8 metros de envergadura, 4,6 metros de longitud, una capacidad de carga de 100 kilogramos, un radio de acción de 220 kilómetros, un alcance de combate de 10 a 20 horas y un techo de servicio de 6.096 metros de altura.

Está dotado con capacidad ISTAR (Intelligence Surveillance Target Adquisition and Reconnaissance) capacitado para misiones militares en labores de identificación de blancos, corrección de tiro, evaluación de daños, apoyo de fuego de artillería y recopilación de inteligencia.

El propio fabricante lo define como “el primer UAS (avión no tripulado) táctico capaz de realizar misiones tanto civiles como militares”. Y desde la división de misiles MBDA del grupo Airbus Defence su director general, Daniel García, ha reconocido que están trabajando para dotar de misiles al Atlante. Y cumplir así con las exigencias del “Plan Director de REPAS” publicado en febrero de 2015 por el ministerio de Defensa, que establece como uno de sus principales objetivos la utilización de armamento operativo para los sistemas de drones de la clase II, según la clasificación de drones aplicada por la OTAN, en base a su peso al despegue, y su alcance en distancia y altitud.

El nuevo papel militar asignado a nuestro país, y la implicación creciente de España en la estrategia militar del Pentágono y la OTAN, significa también destinar cada vez más instalaciones militares a la red de bases directamente implicadas en las operaciones de guerra que Estados Unidos y la OTAN libran en diferentes escenarios de Oriente Medio, África o en las fronteras con Rusia (Ucrania, Países Bálticos).

Bases desconocidas por el gran público, silenciadas en los grandes medios de comunicación y protegidas por el “discreto” secreto de Estado que rodea este tipo de actuaciones.

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