III Encuentro latinoamericano progresista

Unidad latinoamericana contra el «nuevo Cóndor»

Ecuador ha sido anfitrión del III Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP), con presencia de más de 90 organizaciones y 200 delegados de 23 paí­ses. El centro del encuentro ha sido la denuncia y caracterización de la nueva estrategia del hegemonismo norteamericano para América Latina: Un «nuevo Plan Cóndor» como el que instauró dictaduras militares en el cono sur en la década de los 70, pero esta vez bajo la táctica de los «golpes blandos» para derrocar gobiernos soberanos.

Un foro de encuentro de la izquierda latinoamericana para debatir los problemas y retos del continente hispano, en especial la principal amenaza para el progreso y la soberanía en la región: las nuevas formas que adopta la intervención norteamericana, de la mano de la derecha y las oligarquías de cada nación. Una nueva estrategia que ha sido bautizada como “el nuevo Plan Cóndor”.

En las décadas del 70 y el 80 del siglo pasado, la estrategia de Washington en su “patio trasero” se basó en los golpes militares para derribar gobiernos contrarios a sus intereses, instaurando dictaduras fascistas pronorteamericanas.

EEUU fue la fuerza decisiva que estuvo detrás del golpe de Pinochet contra Salvador Allende en Chile (1973), de la Junta Militar de Videla contra Isabel Perón en Argentina (1976), de la dictadura de Stroessner (1954) en Paraguay, o del golpe de Bordaberry en Uruguay (1973). También de la intervención en Brasil y Bolivia en los 60 o Centroamérica (Nicaragua, El Salvador, Guatemala) durante los 80. El diseñador del Plan Cóndor fue Henry Kissinger, secretario de Estado de la administración Nixon, el mayor genocida todavía vivo.

«Las formas han cambiado, pero el contenido es el mismo. Utilizar los “golpes blandos” para derribar gobiernos antihegemonistas. Este es el “nuevo Plan Cóndor”»

Hoy las formas han cambiado, pero el contenido es el mismo. Ante el avance de un frente antihegemonista latinoamericano y de una mayoría de gobiernos progresistas y soberanistas en la región, una superpotencia norteamericana en declive y con multitud de frentes abiertos en el panorama internacional se ve imposibilitada de usar forma directa el golpe militar. En su lugar tiene que recurrir a la estrategia de los ‘golpes blandos’: la utilización combinada de los medios de comunicación, los aparatos judiciales o políticos (organizaciones “civiles”, oposición, tribunales…) o las movilizaciones de protesta contínuas, para crear un clima de malestar social creciente que golpee, erosione y derribe a los gobiernos antihegemonistas. En esto consiste el “nuevo Plan Cóndor”.

La anfitriona del encuentro, Doris Soliz del movimiento Alianza País de Ecuador, denunció que el nuevo Cóndor se ha cobrado sus primeras piezas en Argentina, con el triunfo de Macri tras el acoso y desprestigio a Cristina F. de Kirchner, imputándola una conspiración de asesinato de un fiscal; y en Brasil, con el impeachment golpista contra Dilma Rousseff y la persecución judicial contra Lula da Silva.

Rafael Correa, presidente de Ecuador, también señaló en su intervención que “los intentos de agredir a los gobiernos progresistas de América Latina no son novedad. Siempre han tratado de desestabilizarnos y agredirnos: el golpe de Estado en abril de 2002 contra Hugo Chávez; en 2008 los intentos de desestabilización en Bolivia; 2009 Honduras; 2010 el propio Ecuador; 2012 Paraguay…”.

El presidente ecuatoriano insistió que entre los próximos objetivos del nuevo Plan Cóndor está -además de su propio gobierno o el de Bolivia- el de Nicolás Maduro. Denunció la “doble moral” de la Organización de Estados Americanos (OEA) -un organismo tradicionalmente manejado por EEUU- al recordar como “a Venezuela la acusaron de demorar el referéndum revocatorio y le quisieron aplicar la carta democrática. Suponiendo que esto sea cierto, es 10 mil veces más grave que lo que ocurrió en Brasil (el impeachment), un golpe parlamentario”.

Un encuentro de fuerza y unidad

Al III ELAP han acudido personalidades de la izquierda de todo el continente: la expresidenta argentina Cristina Fernández, el exmandatario José Mujica junto a diputados del Frente Amplio uruguayo, también dirigentes del Partido Socialista para la Unidad de Venezuela (PSUV), así como delegaciones de Brasil, Cuba, Bolivia o Nicaragua. Incluso una representación de China. Más de 90 organizaciones en un clima de concordia y debate.

Colombia también tuvo un protagonismo especial, con la presencia de la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro y el senador Iván Cepeda (ambos del Polo Democrático Alternativo, el principal partido de la oposición antihegemonista). La reunión expresó su total respaldo sin fisuras al proceso de paz en Colombia. «La paz de Colombia es la paz de la región», dijo Piedad Córdoba, después de agradecer los esfuerzos de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Brasil a lo largo de la última década. “Sin ellos hubiera sido difícil lograr las liberaciones de prisioneros de las FARC”, y por tanto el inicio de las negociaciones.

El ELAP denunció los ataques norteamericanos contra Nicaragua, con el objetivo de impedir el triunfo electoral del Frente Sandinista para la Liberación Nacional en las elecciones del próximo mes de noviembre. La reunión exigió la devolución de las Malvinas y Guantánamo a sus legítimos dueños. Saludaron el restablecimiento de relaciones entre La Habana y Washington, pero exigieron el ‘cese inmediato, incondicional y definitivo del criminal bloqueo’ de la superpotencia contra Cuba. El encuentro felicitó a la izquierda antihegemonista de Perú por su notable avance electoral, ‘lo cual fortalece corrientes de cambio en América Latina y el Caribe’.

El ELAP no quiso cerrar sin acordarse de los hispanos más olvidados: los saharauis. El documento de cierre exigía a la ONU ‘a impulsar el referendo de autodeterminación del Sáhara Occidental, como paso decisivo hacia la erradicación de los últimos vestigios del colonialismo en el mundo’.

“Hoy nuestra América enfrenta una fuerte arremetida -dijo Rafael Correa- pero es poco probable que los pueblos de América Latina y el Caribe traguen con nuevos golpes de Estado y planes desestabilizadores”. ‘Hemos vuelto a la luz, volvemos a ser la tierra donde no cabe la oscuridad’, cerró la Declaración Final ante un gran aplauso de la asamblea.

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