Ha tenido que ser con un golpe

Han tenido que dar un golpe para conseguir que el 59,1% de los miembros del Comité Federal del PSOE vote por la abstención que permita la investidura de Rajoy y facilite un gobierno del PP, frente al 40,8% que han mantenido el No y defiende un gobierno de progreso.

Por 136 votos a favor frente a 96 en contra y 2 abstenciones los “conjurados de Zamora”, la reunión donde se ultimó el golpe de mano que obligó a dimitir a Pedro Sánchez, han logrado cambiar la resolución del Comité Federal del 28 de diciembre de 2015 en la que se decidió el No a Rajoy y explorar un gobierno de cambio.

“El PSOE votará en contra de la investidura de Rajoy y de un nuevo Gobierno del PP… Votar en contra del PP y de Rajoy es votar a favor del cambio que expresaron la mayoría de españoles, el pasado 20 de diciembre.”

La abstención en el PSOE ni estaba decidida de antemano, ni es una batalla cerrada.

No es cierto que el paso del no a la abstención haya sido un “proceso natural” por la naturaleza del PSOE, ni que “en el PSOE han mandado durante todo este tiempo los que querían alguna suerte de gran coalición”, como dicen algunos dirigentes de Unidos-Podemos, como Pablo Iglesias.

Se ha impuesto mediante un golpe de mano programado y virulento. Una operación lanzada por los cuadros más vinculados a los centros de poder internacionales, como Felipe González. Preparada en reuniones secretas como la mantenida en Aventarte (Zamora), por Susana Díaz con Javier Fernández, actual presidente de la gestora y otros dirigentes como García Paje, Fernández Vara y Zapatero. Con una campaña mediática implacable contra la dirección del PSOE encabezada por Pedro Sánchez, partidaria de buscar un gobierno alternativo al PP con Ciudadanos y Podemos.

Y ejecutada por una parte de la estructura dirigente del PSOE con una violencia política inusitada, dispuestos llevar al partido al límite de la ruptura y el enfrentamiento para cumplir con los mandatos de los principales centros de poder exteriores y del Ibex-35. Como puso de manifiesto la dramática reunión del Comité Federal del 1 de octubre que ejecutó la dimisión de Pedro Sánchez.

Rebelión en el PSOE

Mientras la gestora salida del golpe ha rechazado todas las peticiones para consultar a la militancia, en las agrupaciones socialistas los afiliados se han manifestado por el No a Rajoy y en contra de la abstención, como reflejan más de 93.000 firmas que el alcalde de Jun (Granada) ha recibido de afiliados de toda España contra la investidura de Rajoy.

Pero no sólo la militancia, cuadros relevantes del PSOE como Josep Borrell, Patxi López o Pérez Tapias, los 16 diputados dispuestos a seguir en el No y una decena de federaciones, como la catalana, la madrileña, la vasca, balear, la navarra o la murciana han mostrado su rechazo “a la abstención sin haber consultado a las bases del partido”, en palabras de Borrell.

Por eso el Tweet publicado por Pablo Echenique (“Dato: Borrell se embolsó 300.000€ como consejero en 2015. A ver si lo del PSOE se va a convertir en una batalla entre Gas Natural y Abengoa.”) es un grave error político que coloca en el mismo saco a los “golpistas” y a quienes se identifican con una mayoría social progresista.

Esta batalla no está cerrada

Nuevos frentes se abren cada día. ¿Cómo van a gestionar la rebelión de los 16 diputados que se mantienen en el No? ¿Cómo va a ejercer el PSOE la oposición al PP después de apoyar su investidura, empezando por su posición ante las exigencias de Bruselas? ¿Qué va a salir del próximo Congreso, imprevisible en cuanto a línea y liderazgo? ¿Van a permitir la posible aparición de dirigentes que, como Sánchez, puedan reflejar el sentir de unas bases enfrentadas con la dirección gestora?

De cómo se resuelvan estos y nuevos frentes va a depender que se abran o no nuevas fracturas que agudicen cada vez más la debilidad del PSOE.

Porque hay una cosa clara, cualquier reflejo en la dirección del PSOE de una mayoría social enfrentada a las políticas dictadas por los grandes centros de poder se convierte en centro de la diana.

El golpe ha puesto claramente de manifiesto que su objetivo fundamental era cortar de cuajo cualquier posibilidad de un gobierno de progreso y regeneración democrática y abrir camino al gobierno del PP que vienen reclamando Washington, Berlín y el Ibex-35.

Pero sobre todo que en el PSOE hay una línea radicalmente distinta a los “golpistas” desde sectores dirigentes a la militancia de base. Expresión en el seno del Partido Socialista de una amplia mayoría social progresista absolutamente enfrentada a las políticas de recortes y corrupción.

El golpe con la votación a favor de la abstención en el Comité Federal, ha dividido dramáticamente al PSOE y deja abiertas profundas heridas. No ya entre la dirección gestora y los barones que han tomado el poder (provisional) en el PSOE con los militantes y con sus votantes, sino que esas heridas recorren todo el PSOE de arriba abajo, desde el Comité Federal y las estructuras dirigentes a todos los niveles, hasta las agrupaciones y los votantes socialistas.

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