Dos lí­neas, dos caminos

Se ha impuesto un nuevo gobierno de Rajoy, frente a la voluntad mayoritaria expresada el 20-D y el 26-J, y a costa de un golpe en el PSOE que forzara el cambio del No a la abstención.

No se ha hecho para “evitar la tragedia de unas terceras elecciones”, ni para “acabar con el bloqueo político”.

Las auténticas razones las ha hecho públicas la Comisión Europea, en una carta donde exige al nuevo gobierno presentar, “tan pronto como sea posible”, recortes por valor de 5.500 millones el próximo año, que deberán alcanzar los 11.000 millones en 2018.

Para eso, y no para ninguna otra cosa, era necesario imponer a toda costa un nuevo gobierno del PP. Y por la misma razón era necesario impedir, también a cualquier precio, que se formara un gobierno de progreso que representara a los más de 13 millones de votantes que se han pronunciado contra la política de recortes y corrupción de Rajoy.

Pero esto no es lo más importante. Lo fundamental, lo que hoy preocupa a millones de personas, es como debemos seguir luchando contra los recortes y la corrupción, o por la regeneración democrática.

Y aquí es donde se enfrentan, y se ofrecen como alternativa a la mayoría progresista y a la izquierda, dos caminos, que son tanto dos valoraciones sobre lo que ha pasado y está pasando, como dos formas distintas de actuación de cara al futuro.

Desde la dirección de Podemos se nos plantea que, tras la abstención socialista, se han convertido en el nuevo “sujeto político, heterogéneo y plurinacional, con más de 5 millones de votos a sus espaldas”. Afirmando que “la única variable diferente es que en España existe Podemos”.

Claro que Podemos representa a una parte importante del viento popular que se ha rebelado contra los recortes o el bipartidismo.

Pero esa mayoría social progresista no puede subordinarse a un único centro, ni ser representada por un solo partido, ni reducirse únicamente a un “frente de las izquierdas”.

Lo que nos interesa es avanzar en unir al 90% que sufrimos los recortes o reclamamos regeneración democrática.

Porque solo así podremos estar en disposición de derrotar a nuestros auténticos enemigos. Que no son, principalmente, “las castas internas defraudadoras, corruptas e improductivas”, como afirma Pablo Iglesias, sino un enemigo exterior mucho más poderoso. ¿O no fue la llamada de Obama a Zapatero el inicio de los recortes? ¿O no se han seguido imponiendo a golpe de las imposiciones de la troika, el FMI, Merkel o la Comisión Europea?

Estamos hablando de dos caminos y dos alternativas para los progresistas y la izquierda, y ya podemos valorar las distintas consecuencias de apostar por uno u otro.

La triple publicación del manifiesto “Por un gobierno de progreso. Por un acuerdo PSOE, Unidos-Podemos, Ciudadanos”, permitió poner en primer plano la posibilidad de un gobierno alternativo al PP.

Mientras que la posición defendida desde el 20-D por la dirección de Podemos impidió, en los hechos, la formación de un gobierno de progreso, alegando que Ciudadanos formaba parte “de la derechas”. El resultado de ello es que vamos a tener que sufrir cuatro años más de gobierno del PP.

También se diferencian en la valoración de cada uno de los acontecimientos. Para Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, la abstención del PSOE que facilitará un gobierno del PP “estaba cantada desde hace tiempo”. Pero la realidad es que ha sido necesario un golpe interno en el PSOE para romper unas resistencias que todavía continúan.

¿Hay dos PSOE, y uno de ellos es unible en la lucha contra los recortes y por la regeneración democrática? ¿O debemos excluirlos de la mayoría social progresista?

Quieren sembrar resignación en la mayoría social. Afirmando que con un nuevo gobierno del PP son inevitables los recortes, y que como mucho podemos rebelarnos ante las consecuencias de su ejecución.

No es verdad. Rajoy tendrá el gobierno pero estará en minoría en el parlamento. Donde serán mayoría absoluta los diputados de las fuerzas (tanto Unidos-Podemos como el PSOE o Ciudadanos) que prometieron a sus votantes enfrentarse a la continuidad de las políticas que representa Rajoy.

Esta es la batalla que nos interesa. Unir en cada lugar, en el parlamento, en las movilizaciones en la calle, en cada ciudad, barrio… a la mayoría social que exige un cambio real en beneficio de la mayoría.

En torno a batallas como la defensa de las pensiones públicas, que ya está poniéndose en primer plano ante el anuncio de nuevos tijeretazos.

Unir al 90% -desde Podemos a la mayoría del PSOE o la apuesta por la regeneración democrática de Ciudadanos-, con el protagonismo de la mayoría social ciudadana que rechaza las políticas que va a ejecutar, a golpe de mandatos de la UE o el FMI, el gobierno de Rajoy.

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