Si viene «de fuera», no es ayuda

El actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha visitado Parí­s para afirmar que «queremos ser un estado, y queremos serlo en el marco de la Unión Europea». Afirmando que «fuera nos escuchan más que en Madrid», y vaticinando que «Europa deberá arbitrar el conflicto catalán por incomparecencia del Estado español».

¿Es un delirio el empeño de los Mas y Puigdemont por “internacionalizar” el “conflicto catalán”? ¿Qué esperan conseguir en Francia, el país más centralista de Europa?

Puigdemont visitó durante tres días París. Participó en un coloquio bajo el título “ Cuál es el futuro para Cataluña en Europa”, celebrado en la facultad de Sciences Po, uno de los más prestigiosos centros de estudios políticos franceses. Y suscribió un acuerdo para reforzar la cooperación bilateral entre Cataluña e Isla de Francia, la región más rica de Francia, con capital en París y que concentra un 31% del PIB nacional.

La visita a París forma parte de la estrategia de “internacionalización” del proceso soberanista, buscando el apoyo de centros de poder mundiales para sortear “la intransigencia de Madrid”.

Quien afirma que este es un delirio del que no deberíamos preocuparnos, puesto que la UE nunca aceptará una ruptura en un Estado miembro, se equivoca peligrosamente.

El propio Puigdemont recordó en París “cuando Jacques Delors (expresidente de la CE) dijo que nunca se reconocería la independencia de Eslovenia y luego acabó dentro de la UE (en 2004)”.

Y es que algunos importantes centros europeos no solo no rechazan, sino que alientan las ambiciones independentistas en Cataluña.

Se ha publicado un libro, titulado “Què en penses, Europa?” (¿Qué piensas, Europa?), escrito por la analista alemana Krystyn Schreiber, colaboradora de la sección internacional de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).

Está prologado por Franz Schaurberger, veterano dirigente del Partido Popular Europeo, líder de los conservadores austríacos, donde afirma que “el pueblo catalán es una minoría en España” y asegura que “la independencia catalana será inevitable”.

También encontramos en él a Gérard Onesta, ex vicepresidente del parlamento europeo por Los Verdes, afirmando que “en caso de una independencia catalana en la UE se impondría el principio de realidad”.

No son ejemplos aislados, la ex Convergencia mantiene desde hace muchos años una relación privilegiada con la CSU bávara, pilar del gobierno de Merkel y del Partido Popular Europeo, que han dado amparo al proceso soberanista en Cataluña.

¿Por qué lo hacen?

Todavía recordamos cuando el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, afirmó, en una rueda de prensa junto a su homólogo español, García-Margallo, que “lo que ocurre en Catalunya es un asunto interno español y tenemos plena confianza en el Gobierno español para encontrar una solución”.

“Asunto interno español”. La misma expresión utilizada por Alexander Haig, entonces secretario de Estado norteamericano, para no mover un dedo la noche del 23-F. Y que altos cargos norteamericanos han repetido ahora refiriéndose también, como el ministro francés, al “caso catalán”.

Ellos -Francia o EEUU- defienden su centralismo, pero les interesa que en los países que dominan, o quieren dominar, cunda la división. No es necesario que alcance el grado de ruptura (ni Washington, Berlín o París apuestan por una independencia de Cataluña), pero si que la herida contra la unidad persista y se agrande, debilitando a una España que así sería más manejable.

Hay que recordar ahora un artículo de Enric Juliana, una de las plumas más lúcidas de La Vanguardia, histórico portavoz de la gran burguesía catalana, escrito en octubre de 2.009, pero que nos da algunas de las claves para comprender la actualidad.

En él, Juliana afirma que “con la independencia Catalunya se convertiría de inmediato en un protectorado francés, como ya ocurrió en 1640 (…) la gran noticia del día, que no era otra que la toma de control de Aguas de Barcelona por parte de la multinacional Suez, de la cual el Estado francés es el primer accionista. (…) No habrá que esperar a la independencia. En la actual fase autonomista, Catalunya ya va camino de convertirse en un protectorado de Francia, lo cual constituye seguramente uno de los destinos naturales de esta pequeña nación mediterránea que con tanto tesón se resiste a una plena asimilación española”.

Separarse de Madrid…. para entregarse a centros de poder globales, aunque sea como protectorados, es decir con mucha menos autonomía.

Este es el carácter de los “independentistas catalanes”, desde Pau Clarís en 1640 a Mas y Puigdemont en el siglo XXI.

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