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Semana Cervantina

«Yo si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pedirí­a un pan: sino que pedirí­a medio pan y un libro» Desde el espí­ritu de la cita de Lorca, pronunciada al inaugurar la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros en 1931, así­ el Claustro de la Escuela Infantil Vila Laura nos planteamos celebrar el dí­a del Libro como un homenaje en el IVº centenario de la muerte de Miguel de Cervantes.

Acercar al alumnado de Infantil una obra universal como la de Cervantes no se presenta tarea liviana. La propuesta es ambiciosa y su concreción requiere pensar en recursos que no por sencillos, dejan de ser complejos, porque es necesario sintetizar aquellos tramos de su obra que puedan conectar con la franja de edad de 3 a 5 años.

Una tormenta de ideas nos lleva a idear un macro-libro donde cada grupo realizará una página que muestre la vida de Miguel de Cervantes y la novela de Don Quijote de la Mancha. El trabajo se aborda desde diferentes metodologías y técnicas adaptadas a las edades de los niños… en cualquier caso los personajes y la construcción de la trama está en sintonía con los intereses de los niños más pequeños.

Cuando nos ponemos manos a la obra percibimos que la universalidad de la novela radica en que sus mimbres transitan por el pensamiento mágico de «nuestros locos bajitos», que niños del siglo XVI al siglo XXI se rinden fascinados por la locura surrealista de Alonso Quijano y la simpleza bonachona de su escudero Sancho Panza; qué niño no sucumbe de emoción por cabalgar en un Rocinante y soñar por momentos que es el caballero

Don Quijote arremetiendo en su delirio contra los molinos de viento, convertidos en su ensoñación en gigantes enfurecidos, o su amor platónico por Dulcinea del Toboso…

Para hacer surgir «la chispa» realizamos con los alumnos de 3 años, con cartón y palos de escoba, los Rocinantes que trotaron por el aula de Psicomotricidad; molinos de viento con los de 4 años, disfraces de caballero con los de 5 años… vivencias directas que hacen sentir como propias las aventuras lejanas en el tiempo, desvaneciéndose la anacronía con la visualización de los dibujos animados de los años 80.

De esta manera cobra cuerpo y alma un Quijote del siglo XXI que nos da un acabado fantástico, que explica por sí mismo unas «raíces ancestrales» que siguen latiendo y bombeando cuatrocientos años después, porque no dejan de ser los grandes temas (las dificultades de la vida, el amor, la locura…) que resisten atemporales cuando son contados con la grandeza del Arte con mayúsculas, y son capaces de atrapar los corazones y las cabezas más sensibles.

Los talleres y la participación de las familias.

Incluir la participación de las familias en el proyecto ha desbordado todas las expectativas del diseño previo, ha redimensionado nuestra semana cervantina. Cada día una propuesta nos coge de la mano de los padres y nos transporta a la Mancha, nos trae la humanidad de Sancho, la locura de Alonso Quijano, la belleza de Dulcinea o le pone cara a Cervantes.

Las actividades han ido desde un taller de padres cuentacuentos, con un cuento a cargo de Paula y José Carlos, padres de 3 años, con un panel de Quijote y Sancho; contar una historia dibujando al mismo tiempo en papel continuo a cargo de Yolanda Vergara, madre de 3 años; la historia de las ovejas para colorear al finalizar, contada por Cristina Orts, madre también de 3 años; la Pantomina del Quijote, una síntesis a la altura de una gran obra, que me hace recordar al grupo de teatro La Barraca que recorría España en la Segunda República, acercando el teatro de Calderón o el de Lope de Vega a los campesinos, demostrando así que este público hacía suyas las grandes reflexiones sobre lo divino y humano. Así también los padres de nuestros alumnos resuelven la obra para el público más exigente (el que no da lugar a disimulos) con un montaje capaz de unir con hilos de oro el siglo XVI y XXI a ritmo de Rap. La pantomima fue realizada por Fernando Llera, profesor de Arte Dramático, Raquel de Ana, cantante, Rubén Suárez, músico, y Beatriz Muinelo, creadora de marionetas. Todos padres y madres de un aula de 3 años.

Tuvimos también un taller de pintura a cargo de Sara Fernández Lavandeira, arquitecta (madre de 4 años) que hace un recorrido por diferentes obras pictóricas sobre el Quijote y lo culmina con la realización de un retrato sobre Cervantes, previo a enseñar la técnica a los niños. Ver el acabado de los niños vale más que mil palabras…

Una madre de 3 años, Begoña Díaz Morán nos muestra un botijo, objeto muy típico de algunas zonas de España y de la Mancha en particular, realizando con los niños un botijo de «plastilina», el barro por excelencia que los pequeños amasan con deleite.

La inclusión de la familia impregnó la Semana de auténtica interacción Escuela-Familia, una expresión armónica de las puertas abiertas que de Cervantes a Don Quijote, valga la metáfora, supo poner en nuestras Aulas lo mejor de sus novelas de Caballerías, unas alas que nunca olvidaremos, para volver a repetir. Porque la historia de nuestra Literatura y de nuestra Historia, es la historia de la conquistas colectivas.

Y bueno es terminar con las palabras de otro de nuestros poetas universales, Federico, en otro fragmento de la Alocución: «Cuando va alguien al Teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí». Ahí ha radicado el éxito de esta «Semana Grande «, en nuestra Vila Laura, en la savia de la interrelación Familia-Escuela, que ha sido tan grande que lamentamos que no llegara a muchos más.

* Pastora Fernádez, profesora y colaboradora de la redacción de Foros21, ha escrito este artículo para lo que hemos llamado “Cervantes en Vivo”, crónicas de la celebración del IV centenario por todo el país

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