SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

La inutilidad de la polí­tica del Kremlin

http://www.lemonde.fr/a-la-une/article/2014/07/19/l-inanite-de-la-politique-du-kremlin_4460034_3208.html

Será difícil saberlo a ciencia cierta. ¿Quién derribó el avión civil de Malaysia Airlines, el jueves 17 de julio en el este de Ucrania, territorio controlado por los separatistas pro rusos? Lo único que podemos esperar ahora es que esta tragedia -298 muertos- fuerce a unos y otros a la negociación. No es imposible. «Este acontecimiento escandaloso, dijo Barack Obama, demuestra que ha llegado el momento de restablecer la paz y la seguridad en Ucrania». El presidente de Estados Unidos no descarta nuevas sanciones si Rusia no impide que los separatistas obtengan armas. Las cajas negras de la aeronave, un Boeing 777 que cubría la línea Amsterdam-Kuala Lumpur, no podrán decir nada definitivo. En tanto que, por ejemplo, las fuerzas separatistas de Donetsk, lugar del accidente, no las han transferido a las autoridades de Malasia, sino a Moscú – donde, desde el comienzo de la crisis en Ucrania, el Kremlin ejecuta una campaña de desinformación digna de los peores tiempos del estalinismo. La encuesta que podría ser más concluyente es la de un equipo de inspectores internacionales a los que se deje investigar de forma completamente libre. Los líderes separatistas de Donetsk aseguran que están a favor de trabajar en equipo. Es difícil de creer: cada vez que funcionarios de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), con destino en el este de Ucrania, amenazaron con denunciar el comportamiento de los pro-rusos, fueron tomados como rehenes … Ahora no hay duda: el avión fue derribado mediante un misil tierra-aire. Tal ataque sería coherente con el giro de los combates en los últimos días. A principios de este mes, los pro-rusos se jactaban de haber obtenido una batería de misiles de este tipo. Desde entonces, se han enorgullecido ya de haber derribado dos aviones militares de Ucrania con esta batería. El golpe de fuerza liderado por los separatistas allí hace cinco meses se ha transformado en una guerra con armas pesadas, con, por un lado, las milicias fuertemente equipadas y por el otro la ofensiva que lleva el ejército ucraniano. Moscú lo ha querido así; a pesar de las reiteradas peticiones de los Estados Unidos y los europeos se niega a controlar una frontera por donde pasan tanques, artillería pesada y armas sofisticadas a los milicianos y mercenarios pro-rusos. Con esta conducta, el Kremlin busca una desestabilización creciente en el este de Ucrania. El número de refugiados está aumentando. Parte de la fuerza industrial del país está paralizada. El conflicto es más y más mortífero. Vladimir Putin tiene varios objetivos: obtener la garantía de que Kiev no será miembro de la OTAN; frenar la ‘fluctuación’ de Ucrania hacia la Unión Europea; imponer al país una estructura federal que le otorgue una especie de derecho de intervención política a Rusia en los asuntos de su vecino. El problema no es necesariamente la esencia de estas reivindicaciones. Las conversaciones pueden ser consideradas sobre esta base. El problema es la mala fe del Kremlin, su manera de alimentar el conflicto, dejando abiertas sus fronteras y negándose a ejercer una influencia moderadora sobre los separatistas. No está descartada la esperanza de que el drama del vuelo de Malaysia Airlines haga reflexionar a Moscú sobre la inutilidad de su política.

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