La recuperación de Rajoy

O cómo vender el coche para comprar gasolina

Una de las bazas con la que cuenta el gobierno del PP para las elecciones de fin de año es la recuperación económica. Según los datos oficiales, el PIB creció en 2014 un 1,4%, y este año se espera que lo haga un 3%. Pero para conseguir estos resultados, Rajoy ha endeudado al paí­s en 380.000 millones de euros.

Para conseguir el crecimiento previsto del PIB en 2015 de un 3% (lo que equivale a 30.000 millones de euros), Rajoy no ha duda en endeudar al Estado en 380.000 millones de euros (un 38% del PIB) a lo largo de la legislatura. Se necesitarían casi 13 años para que todo el crecimiento del PIB, al ritmo del 3% anual, pagara sólo el principal de la deuda. Pero los intereses compuestos elevan la cifra total que hay que pagar en al menos un 70%, lo que significa otros 266.000 millones. Es decir, casi otros 9 años dedicando todo el crecimiento del PIB a la deuda. En total, al menos 22 años de incremento del PIB dedicados a pagar la deuda. Y eso sin contar quién se está beneficiando de la recuperación, que no es el 90% de la población que ve cómo decrecen sus salarios e ingresos reales. En definitiva, toda una generación de españoles condenada a pagar año tras año a los grandes bancos nacionales y extranjeros los intereses usurarios y el principal de una deuda, mediante la subida de impuestos y el recorte de todo tipo en gastos y necesidades sociales. «El incremento de la deuda pública no es fruto de un mayor gasto en salarios, sanidad, educación, ayudas sociales… Es producto del robo y de la estafa al servicio de las grandes oligarquías financieras»El año 2014, el Producto Interior Bruto (PIB) creció un 1,4%, es decir, 14.448 millones de euros. Para conseguir ese crecimiento el gobierno del PP ha endeudado al país en 67.676 millones de euros en sólo un año, lo que significa que, por cada euro de riqueza creada en 2014, Rajoy ha empobrecido a los españoles en casi 5 euros. Gastar 4,6 euros para crecer un euro no es precisamente lo que pueda calificarse como una buena gestión económica. Cada español en 2014 se vio endeudado en 1.471 euros que deberá pagar durante los próximos años, pero a cambio la mayoría no se ha beneficiado de un solo euro. Más bien ha ocurrido lo contrario, el salario por hora de los trabajadores españoles se ha visto reducido un año más y se sitúa en un 18,4% menos que la media de la UE. La rebaja salarial con Rajoy y su reforma laboral ha sido tan brutal que somos ya el tercer país con menor salario hora de la UE.Es como si un padre de familia reuniera a sus hijos para comunicarles satisfecho que ese año había aumentado la renta familiar en 10.000 euros, pero que para ello les ha endeudado en otros 46.000 euros de los que deberán hacerse cargo ellos a lo largo de los siguientes años.Desde ahí tratar el problema de la deuda como yugo, extorsión y expolio monopolista, como instrumento de explotación económica y dominio político de las principales oligarquías financieras. Y cómo sin conquistar la independencia nacional, defender consecuentemente la soberanía y alcanzar mayores cotas de autonomía respecto al hegemonismo, es imposible acabar con el expolio que supone la deuda pública, ligándolo con el programa concreto y la alternativa de Recortes Cero.Desde que en junio de 2012 el gobierno de Rajoy se sometió al rescate del sistema financiero impuesto por la troika, la gran banca nacional y, sobre todo la extranjera, se están haciendo de oro con el disparatado aumento de la deuda pública española, que en menos de 8 años ha pasado de suponer el 36% del PIB a representar el 100%.El gigantesco expolio de la deudaPero, ¿cómo hemos acumulado los españoles esa gigantesca montaña de deuda? ¿Se debe acaso a que los sistemas de salud, educación y protección social consumen recursos que están más allá de las posibilidades de la economía española? Eso es lo que quieren hacernos creer, pero no tiene nada que ver con la realidad.El incremento de la deuda pública no es fruto de un mayor gasto en salarios, sanidad, educación, ayudas sociales… Es producto del robo y de la estafa al servicio de las grandes oligarquías financieras.Un economista tan prestigioso como Juan Torres recuerda cómo en 1991 las principales oligarquías financieras de la UE decidieron que el Banco Central Europeo no financiaría a los Estados, y desde entonces tuvieron que recurrir a la Banca Privada. Y ha calculado que si un Banco Central Estatal hubiese financiado el déficit de España desde 1989 a 2011 al 1% de interés (como lo venía haciendo el Banco de España) la deuda ahora sería del 15% del PIB y no del 98%. Es decir, el 85% de la deuda pública es ilegítima, está “prefabricada”. La magnitud del robo asciende a 889.000 millones de euros, que han pasado a convertirse en deuda, quedando en manos de los grandes bancos nacionales y extranjeros.Actualmente, el Banco Central Europeo presta dinero, a un interés irrisorio del 0,25%, a los principales bancos europeos. Solo en febrero de 2012 inyectó a 800 bancos europeos 529.531 millones de euros, y esos mismos bancos utilizan el dinero prácticamente regalado por BCE para comprar deuda pública a los Estados a un interés del 3%, el 5%, el 7% o el 10%.Y mientras la gran banca nacional e internacional se forra, el Estado asume las pérdidas y deudas de esos mismos bancos y sus monopolios, transformándolas en deuda pública que paga toda la sociedad. El rescate bancario, impuesto por la troika para asegurar el cobro de lo que la banca española debía a los bancos alemanes y franceses, se ha sufragado con 300.000 millones de euros de dinero público en forma de inyecciones de liquidez, compra de activos tóxicos por la SAREB, esquemas de protección de activos y otro tipo de avales y garantías estatales. Se estima que al menos el 50% de ese dinero público, 150.000 millones, será irrecuperable. El “déficit tarifario” regalado a las eléctricas supera los 25.000 millones, garantizados por el Estado. Las cuentas públicas asumen las pérdidas de las autopistas de peaje, valoradas en 4.500 millones, en propiedad de bancos y grandes constructoras. Es el Estado quien asume gran parte de los costes de los despidos o suspensiones temporales de empleo de las grandes multinacionales a través de los EREs. O sale como garante último de los 951.000 millones de euros que los bancos españoles deben devolver al capital financiero extranjero.Aquí esta el origen de la deuda, no en que haya excesivos gastos sanitarios, educativos o en ayudas sociales, donde nuestro país está muy por debajo de lo que gastan, en proporción a su PIB, la mayoría de países de la zona euro. Pero los mecanismos de extorsión que las grandes oligarquías financieras dueñas de la deuda imponen, multiplican todavía más el expolio. Solo cinco grandes potencias (EEUU, Reino Unido Japón, Alemania y Francia) concentran en sus manos el 63% de todos los activos financieros mundiales, valorados en 200 billones de dólares. Y tan solo EEUU acumula el 34%. Un único fondo de inversión norteamericano, BlackRock, maneja activos por valor de 3,68 billones, tres veces el PIB español. Es sobre esta base que todos los países pasan a ser deudores, de una u otra forma, de un pequeño puñado de potencias imperialistas.Cuanto más pagas más debesEntre 1982 y 1998, los países del Tercer Mundo pagaron una cantidad cinco veces superior a la deuda que acumulaban. Y sin embargo, al final del proceso debían cuatro veces más que al principio. «El problema no es la deuda pública, sino quién tiene el control sobre ella, y para qué utiliza ese poder»Lo mismo que sucede en el Tercer Mundo ocurre en España. Entre el año 2000 y el 2009 pagamos a los bancos propietarios de la deuda más de 1 billón de euros. Tres veces más de lo que se les debía. Y sin embargo, en el año 2.010 la deuda pública prácticamente se había duplicado. El problema no es la deuda pública, sino quién tiene el control sobre ella, y para qué utiliza ese poder. Son las principales potencias o las oligarquías financieras más poderosas -grandes bancos, fondos de inversión, bancos centrales…- quienes pueden monopolizar las subastas de deuda e imponer sus condiciones. Los intereses de la deuda no los fijan “los mercados” sino el poder del hegemonismo. Las agencias de calificación –en un 80% monopolizada por Moody´s y Standard&Poor´s, vinculadas al corazón de Wall Street– determinan la “prima de riesgo”, y es el J.P. Morgan Chasse quien determina el “riesgo país”. El funcionamiento habitual de los Estados es el de endeudarse más para pagar los vencimientos o los intereses de las antiguas deudas. Lo que desemboca en un “efecto bola de nieve”. Que hace aumentar permanentemente el pago de la deuda, no sólo porque suban los intereses o porque aumenta el volumen de deuda o los plazos de devolución son más limitados, sino gracias a la “ingeniería financiera” (a la que más bien habría que llamar saqueo contable) que significa el interés compuesto.Las condiciones que los acreedores ponen a los Estados para suscribir deuda pública a más de un año, es que ésta se amortice a interés compuesto. Es decir, los intereses que genera la deuda cada año pasan a computarse como capital, generando anualmente, hasta el vencimiento de la deuda, unos intereses maypres cada año. Se da así la paradojo de que incluso aunque baje la “prima de riesgo”, el interés que hay que pagar es mayor porque el principal sigue aumentando año tras año. Además, el control sobre la deuda pública supone también un formidable instrumento de intervención política. Abriendo o cerrando por parte de las grandes oligarquías financieras y los Estados imperialistas el grifo de la financiación pública. Utilizando las “reestructuraciones ordenadas de la deuda” para imponer el saqueo a la población y la entrega de las riquezas nacionales. Los “planes de rescate”, es decir de “atraco”, impuestos por la troika a Grecia son un buen ejemplo: en el primer rescate (2010), la deuda griega era de poco más del 100% del PIB, ahora, después de las dos “reestructuraciones” que han acompañado a los dos “rescates”, está cercana al 175%.Sin defender la independencia nacional, conquistando cotas de soberanía y autonomía respecto al hegemonismo, es imposible acabar con el expolio que supone la deuda. Todas las “reestructuraciones ordenadas” aceptando el dominio del hegemonismo han supuesto un nuevo salto en el expolio. La solución no es el “pacto cooperativo con los acreedores” sino la lucha de los pueblos. Allí donde se ha conseguido limitar el expolio de la deuda es donde se ha levantado un movimiento antihegemonista que ha conquistando cotas de autonomía.Los gobiernos griegos aceptaron dos planes mal llamados de “rescate”, que a pesar de la quita multiplicaron rápidamente la deuda hasta el 176% del PIB. En Ecuador el gobierno nacional de Rafael Correa declaró el cese de pagos. E impuso a los bancos norteamericanos la recompra de la deuda por un tercio de su precio anterior. Lo que permitió la reducción inmediata en un 27% del saldo de la deuda.Por eso la alternativa en España no es una “reestructuración ordenada” mediante un pacto con los acreedores. Sino una moratoria del pago hasta que la economía crezca sostenidamente por encima del 3% y el paro descienda del 10%. Y con una auditoria, pública y con participación popular, para determinar que parte de ella es ilegítima y por tanto debe quedar exenta de pago.¿De dónde surge la moderna deuda pública?Para la mayoría de gente, la existencia de una auténtica montaña de deuda pública es algo incomprensible. Se argumenta, con lógica, que el Estado no debería gastar más de lo que recauda, y de esta forma nos ahorraríamos el problema. Pero donde está el problema, en realidad, es en que la deuda pública ha servido siempre a otra lógica: la del beneficio de las burguesías más poderosas del planeta. El moderno sistema de la deuda pública fue engendrado por las burguesías más poderosas, en particular por la inglesa, para extender sus imperios coloniales, a fin de disfrutar de mercados cautivos donde colocar sus mercancías.Ya Marx advirtió cómo “el sistema colonial hizo madurar, como plantas de invernadero, el comercio y la navegación (…) La colonia aseguraba a las manufacturas en ascenso un mercado donde colocar sus productos y una acumulación potenciada por el monopolio del mercado”. Este sistema colonial fue “la cuna de los sistemas modernos de la deuda pública”. «La única parte de la llamada riqueza nacional que entra realmente en posesión colectiva de los pueblos modernos es su deuda pública (Marx)»La India había sido desde 1775 una colonia de explotación administrada por la Compañía de las Indias Orientales. Pero fue incapaz de imponer por si sola el dominio sobre el subcontinente indio. Y tras sucesivas rebeliones, tuvo que ser el Estado quien asumiera directamente el gobierno de la colonia.Lo mismo sucedería a lo largo del extenso imperio británico. Lo que exigía, además de una costosa administración colonial, dotarse de un numeroso ejército y de una poderosa marina de guerra, capaz de controlar los enclaves vitales con los que asegurar el “libre comercio marítimo” para las manufacturas inglesas. Sólo el Estado podía hacerse cargo de esta gigantesca inversión. Y para ello recurrió a una deuda pública cada vez mayor que acabó pagando toda la sociedad a través de los impuestos.Porque la financiación de esta expansión colonial no salía de limitar la ganancia de los capitalistas que se beneficiaban de ella, sino de reducir la parte de la riqueza nacional que corresponde a los salarios y de agudizar el expolio sobre toda la población. Así nació, junto al sistema de la deuda pública el complemento del moderno sistema tributario. Este moderno sistema de la deuda pública fue exportado por las principales burguesías a los países dependientes, pero en condiciones mucho más onerosas. En la España del siglo XIX el ferrocarril es construido acudiendo a préstamos del capital francés. En 1850 la deuda exterior superaba ya a la interior, llegando a ser seis veces mayor en 1872. Esta necesidad de expandir las finanzas públicas se convirtió también en un gigantesco y seguro negocio para los capitalistas. Gracias a los privilegios otorgados por el Estado los grandes bancos se convirtieron en los únicos capaces de “adelantar” el dinero al gobierno.Los beneficios en la compra de deuda pública están asegurados por partida doble. Primero quedan garantizados por los futuros ingresos del Estado. En segundo lugar los acreedores del Estado no entregan nada, pues la suma prestada se convierte en títulos de deuda pública, fácilmente negociables, que siguen desempeñando en sus manos el mismo papel del dinero.Por eso Marx, al estudiar establece que “la deuda pública, vale decir la enajenación del Estado, ya sea despótico, constitucional o republicano, imprime su sello a la era capitalista. La única parte de la llamada riqueza nacional que entra realmente en posesión colectiva de los pueblos modernos es su deuda pública (…)

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