Los resultados del PP

Rajoy sigue estando en minorí­a

El nuevo mantra que tras el 26-J nos repiten machaconamente es que para despejar el bloqueo polí­tico hay que dejar gobernar a la lista más votada, el PP, porque esa es la decisión de los ciudadanos. Negamos la mayor. Lo que ha votado la mayorí­a el 26-J es seguir dejando en minorí­a al PP, expresando un amplio rechazo a que se forme un gobierno encabezado por Rajoy.

El PP ha subido en 690.000 votos respecto al 20-D, cuando el resto de fuerzas parlamentarias, excepto ERC, han retrocedido. Lo que le ha servido a Rajoy para cosechar 14 escaños más.

Estos datos han sido interpretado unánimemente como un gran triunfo del PP. Desde la derecha lo celebran, difundiendo que el pueblo español ha apostado por la estabilidad rechazando el riesgo de los populismos, donde engloban a todas las posiciones contra los recortes. Desde algunos sectores de la izquierda se lamentan de que el país se haya derechizado al respaldar otra vez al PP. «Es esa posición minoritaria dentro de la sociedad española la que dificulta enormemente la investidura de un gobierno encabezado por el PP»

Los números nunca engañan, y despejan la confusión de la propaganda. ¿En qué consiste ese “espectacular avance” del PP?

Si lo comparamos con las generales de 2011, donde ganó con mayoría absoluta, el PP ha perdido 2,9 millones de votos. Si miramos hacia las elecciones de 2.008, donde el PP quedó en la oposición, la disminución es de 2,3 millones de votos.

Incluso en 2.004, tras los atentados del 11-M, el PP obtuvo 1,8 millones de votos más.

Si quitamos el 20-D, hay que remontarse hasta 1989, cuando el PP estaba severamente limitado por la hegemonía de los gobiernos de González, para encontrar un resultado electoral peor del partido de Rajoy.

Varias son las razones que explican por qué el PP ha ganado 690.000 votos respecto al 20-D.

El PP se ha beneficiado del descenso en la participación (1,2 millones de votos menos que el 20-D) y de la concentración de voto en la derecha (devorando 400.000 votos de ciudadanos). También de una ley electoral que le permite ganar un escaño con 55.000 votos, mientras Ciudadanos necesita 95.000.

El impacto del Brexit, con un clima de excepcionalidad y sus previsiblemente nefastas consecuencias para España, junto a la necesidad de evitar unas terceras elecciones formando gobierno, han favorecido al PP como “opción de estabilidad”.

El PP ya perdió más de 3 millones de votos el 20-D, y considera que el impacto de nuevos escándalos de corrupción está amortizado.

Junto a que el PP conserva una base de más de 7 millones de votantes con un alto grado de fidelidad, algo que no sucede en el resto de partidos.

Pero aún en estas condiciones, el PP ha conseguido, como reconoce El País, “una precaria victoria”.

Es cierto que 7,9 millones han votado al PP el 26-J. Pero 27,1 millones no lo han hecho. Y eso, en unas elecciones tan polarizadas como éstas y con un excepcional carácter de “segunda vuelta” supone un rechazo consciente. El PP solo ha conseguido el apoyo del 22,28% del censo. Es decir, cuenta con la oposición de casi ocho de cada diez españoles.Es esa posición minoritaria dentro de la sociedad española la que dificulta enormemente la investidura de un gobierno encabezado por el PP. Ocurrió tras el 20-D, y volverá a suceder ahora.

Para su investidura, y para garantizar su estabilidad, necesita del apoyo, al menos vía abstención de Ciudadanos y el PSOE. Algo que no está ni mucho menos concedido de antemano.

Además, un gobierno del PP, encabezado o no por Rajoy, que cumpla los mandatos de Bruselas y Washington, agudizaría todavía más las contradicciones en España, provocando un nuevo avance del viento popular contra los recortes.

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