El no de las CUP tumba los presupuestos de Puigdemont

Los lí­mites del procés están en Cataluña

El voto en contra de las CUP ha impedido aprobar los presupuestos catalanes, colocando al gobierno de Carles Puigdemont al borde del abismo. El actual president ha anunciado que se someterá en septiembre a una moción de confianza, y no se descarta la necesidad de convocar nuevas elecciones. Convergencia intenta salvar la situación atacando a las CUP, señaladas como responsables de hacer descarrilar el procés independentista. Pero la realidad es que los problemas de los Mas y Puigdemont están en el rechazo cada vez mayor a la polí­tica de recortes y fragmentación que representan.

Los presupuestos de los recortesTras el fracaso que supusieron para Junts x Sí los resultados del 27-S, muy lejos de la mayoría absoluta que reclamaba, se forzó el apoyo in extremis de las CUP. Ofreciendo la retirada de Artur Mas a cambio de la investidura de Carles Puigdemont.

Pero el pacto anti natura entre la derecha de Convergencia y la izquierda anticapitalista de las CUP tenía una fecha caducidad limitada. Ha bastado la negociación de los presupuestos para que estallara.

Las CUP exigían la negativa a cumplir los objetivos de reducción del déficit marcados por el Ministerio de Hacienda a las autonomías. Convergencia se ha negado en redondo. El corsé de hierro del ajuste del gasto autonómico viene impuesto directamente desde la UE. Y los Mas y Puigdemont jamás van a dejar de cumplir los mandatos de Bruselas o el FMI, aunque eso suponga más recortes para los catalanes.

Además, Puigdemont ha vetado expresamente la propuesta de ERC de subir los impuestos a las grandes fortunas, las mismas a las que Artur Mas eximió de pagar el impuesto de patrimonio. «Los auténticos límites del procés soberanista encabezado por los Mas y Puigdemont es el grado cada vez mayor que su política genera en la sociedad catalana»

Junts x Sí ha vendido que estos eran los presupuestos más sociales. Pero los datos demuestran la falsedad de esta afirmación.

El “plan de choque social” que ofrecía Puigdemont tan solo suponía el 30% de los 2.500 millones en recortes ejecutados bajo los gobiernos de Mas. Es decir, los “presupuestos sociales” de Puigdemont suponían perpetuar más de dos tercios del conjunto de recortes.

Con los presupuestos de Puigdemont se mantendría la pérdida de hasta 1.000 médicos de atención primaria, el 15% del total en toda Cataluña, elevándose hasta el 20% en Barcelona norte o el Maresme.

Se ejecutarían además nuevos recortes en educación, como la eliminación de 350 profesores sustitutos.

Pero eso sí, no se puede tocar ni un pelo a las grandes fortunas ni dejar de cumplir una coma de los mandatos de Bruselas.

¿Cómo iba a permitir las CUP, cuya base social ha participado en la lucha contra los recortes, la ejecución de estos presupuestos tan antipopulares?

Francesc Homs, cabeza de lista de Convergencia el 26-J afirma que “la independencia es lo suficientemente importante para subordinarlo todo durante un tiempo concreto”. Pero la sociedad catalana ha demostrado que no está dispuesta a aceptar los recortes que Convergencia ejecuta.

Delenda est ConvergenciaEl pasado 29 de mayo, Artur Mas afirmaba que “si la CUP veta el presupuesto, el procés queda muy tocado”. Ahora su vaticinio se ha consumado, y los presupuestos han sido tumbados con el voto en contra de las CUP, dejando en minoría a Junts x Sí.

Puigdemont tuvo que anunciar, en la misma sesión parlamentaria, una moción de confianza para septiembre, y muchos anticipan ya para el próximo otoño nuevas elecciones.

Mas y Puigdemont van a intentar utilizar el escándalo de las grabaciones al ministro del Interior fabricando pruebas contra políticos soberanistas. Presentándose como víctimas del Estado español. Y ya aprovechan las consecuencias del triunfo del Brexit en Reino Unido, subiéndose a la previsible exigencia escocesa de un nuevo referéndum sobre su independencia.

Pero los auténticos límites del procés soberanista encabezado por los Mas y Puigdemont es el grado cada vez mayor de rechazo que su política genera en la sociedad catalana.

Han intentado arroparse con la coalición Junts x Sí, presentándose con falso barniz progresista. Planean la refundación de Convergencia para escapar del descrédito del partido fundado por Pujol.

Pero la realidad es tozuda, y cada nueva batalla política supone un nuevo varapalo para Convergencia.

Las últimas encuestas publicadas vaticinan que, de celebrarse nuevas elecciones autonómicas, Convergencia solo obtendría 20 diputados -menos de un tercio de los que tenía en 2012-, y la actual mayoría absoluta de escaños -que no de votos- de los partidos independentistas en el Parlament estaría seriamente en cuestión.

Pero, a pesar de su retroceso y su creciente debilidad, los Mas y Puigdemont no van a retirarse por voluntad propia.En Cataluña existe una mayoría social que rechaza los recortes y se enfrenta a la fragmentación. Y que se ha expresado políticamente el 27-S, el 20-D y el 26-J.

Esta es la corriente principal en la política catalana, y lo que necesitamos es que se organice y gane fuerza, bajo una línea que defienda un proyecto, junto al resto del pueblo trabajador español, de redistribución de la riqueza y lucha contra los recortes.

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